El psicodrama puede ser tan
sencillo como un breve aviso en el rincón inferior izquierdo de una página par
del periódico del lunes:
“Soy un caso psicológico
sumamente interesante. Me ofrezco a psicólogo o psiquiatra para tratamiento o
análisis del caso. Tarifa por sesión a convenir.”
Psicodrama:
El paciente total
Kepa Uriberri
Entre manifiestos y
manifestaciones, paros, conflictos, huelgas, marchas y protestas, tomas y
reivindicaciones, indignaciones útiles e inútiles, al fin había terminado su
educación media. Ser estudiante es fácil. Terminar es cosa de tiempo. ¡Nada
más! Ahora había decidió ser un profesional universitario, porque la educación
es un derecho y la profesión una necesidad.
Estudiar, aún no es barato.
Todavía hay marchas y tomas, protestas y movimientos que lleven una fecha por
nombre, necesarios de instalar, antes de conseguir que estudiar sea un derecho
gratuito. Por ahora es caro; tan caro que le fue necesario endeudarse, pero no
le importó: Total, para vivir bien se requiere de deudas y es bien visto
tenerlas. El que no tiene deudas es un don nadie; nadie sabe si es o no un buen
pagador aquél que no tiene deudas, y entonces: ¿Cómo darle crédito para un auto
nuevo? ¿Para comprar casa? ¿Para casarse y hacer una fiesta apoteósica para la
ocasión? ¿Quizás para tener hijos?. Aunque los hijos no son tan bien vistos
como las deudas, y hay que educarlos y educar aún no es gratis; menos si se es
de clase media, la más desamparada y por ahora la que va cayendo en picada: Por
eso hay que estudiar una profesión universitaria, aunque sea a costa de una
deuda enorme.
En aquel tiempo era joven y
querer era poder, y los deseos eran lobos hambrientos tras la presa, que lo
arrastraron sin darle tiempo a la reflexión: ¡Había que ser profesional! ¡Nada
más! ¿Pero de qué? ¿Médico?: No. Ni soñarlo tendría que haber sido más aplicado
y tener mejor preparación, de manera que no: ¡Médico no! ¿Músico?: "Músico
me gusta" se dijo, pero la razón del hijo se llama padre y, los padres son
sensatos y convincentes: "¡Músico no!" le dijeron. "Los músicos
se mueren de hambre y nadie los respeta". Quisieron convencerlo de ser
ingeniero, pero los ingenieros necesitaban muchos números y eso era justo lo
que a él le faltaba. "¿Y periodista?" le preguntaron.
"¿Periodista?: ¡Jamás!" dijo. "Los periodistas sólo destruyen la
honra de las personas, porque eso es la noticia". Como no tenía la
conciencia de palo desechó el periodismo.
Al fin concluyó que si no
podía ser médico, además que odiaba ver sangre y el olor a hospital le producía
desmayos, entonces sería psicólogo. El psicólogo es como un médico, pero sin
sangre. Estudiar psicología es más barato, y sin ser médico, también les dicen
"Doctor", de modo que psicólogo es bueno: Así llegó a ser psicólogo,
entre deudas y paros, entre protestas y negociaciones, entre izquierdas y traiciones,
desmanes y represión. Pero al fin fue psicólogo.
En fin, fue más árido de lo
que creía, pero al menos no hubo sangre ni olor a formol, ni sabores amargos,
ni tripas estalladas, ni huesos quebrados escapando por una rotura en la carne,
ni nada de eso. Y si había sangre y anatomía, era sangre y anatomía teórica:
Colecciones de nombres y sus relaciones; nombres y sus efectos, sin color,
sabor, ni aroma. Sólo nombres: Feromonas, Ocitocinas, Tiroidinas,
Progesteronas, Adrenalina, Serotonina, Testosterona, Endorfinas,
Neurotransmisores, Ácido nucleico, Ácido desorcirribonucleico, Eritropoyetina,
Oxitocina, Tirotropina, Linfa, tronco cerebral, plexo coroide, infundíbulo
pituitario, lóbulo frontal, axones y dendritas, más, más y más, fenitoína,
paroxetina, lorazepan para el maniático, diazepán para el eufórico, bromazepán
para el ansioso; traigo menta, traigo boldo y hasta la flor de la higuera,
todas fresquitas son yerbas buenas, todas recogidas en la cordillera. Unas
aceleran otros frenan, unas suben las otras bajan y así, de manera que
configuran un equilibrio siempre precario y diferente en cada individuo, con
romero blanco, eneldo y borraja, flores de malva y de pravia, boraxol, quillay,
Lontué y flor de amapola. De este modo uno se llega a convencer que somos una
especie de máquina hidráulica con jugos estimulantes que mueven químicamente el
organismo. ¿Está esquizofrénico?: Litio; ¿Paranoico?: Haldol, ¿Limítrofe?
¿Trastornos de conducta? cada enfermedad es la carencia o el exceso de alguna
sustancia. Pero otros, con otros nombres de teoría, con otros puntos de vista
lo niegan: Todo es conducta: Le tocas la campana y le da hambre, está eufórico
le tocas música, ¿Deprimido?: Ejercicios. Todo es manipulación de la costumbre.
Pero también hay quienes no gustan de estos métodos conductuales y le agregan
lo cognitivo, mientras otros aborrecen todo esto y hacen hablar y hablar al
paciente pero simulando no escuchar. El terapeuta analiza en silencio, mirando
por una ventana, o a una lejana telaraña en una esquina del techo, o a sus
locas fantasías y recuerdos. Cuando el paciente agota su verbo, el analista
dice "¿Qué sientes de eso?" o bien: "Expláyate sobre
aquello" En fin, después de entender todas las tendencias, o copiarlas del
vecino en los exámenes, o incluso inventarlas sobre la marcha con algo de
ingenio, más si se da cuenta que el profesor y su ayudante de cátedra tampoco
están seguros, y pasados los muchos años de estudio, que sumaron una deuda
inmanejable, después de las salas de espejo, las prácticas supervisadas y una
tesis de nombre críptico y utilidad dudosa, para recibir un cartón inútil; lo
consiguió: ¡Dos votos de distinción y a la calle a aprender a ser un psicólogo!
Pasado un año, tal vez más,
de profesión, había atendido un puñado de pacientes que le habían reportado
menos de un puñado de lucas en la mano izquierda. Es que muchos se atendían
gratis, o por unos damascos del árbol del jardín; para no perder la práctica de
la profesión. Otros venían recomendados del primo de la cuñada y pagaban con una
cajetilla de cigarrillos; los había quienes recibían beca voluntaria porque el
caso era interesante (maldito sacerdocio). De este modo, cuando hubo que pagar
la deuda de la universidad, recurrió a un colega para bajar la angustia, como
todos lo hacen. Curioso tratamiento cognitivo: "¡Pero si nadie paga,
hombre!"; "¿Y de que viven, entonces?". Aprendió, que los
psicólogos viven de la comprensión del propio fracaso: "El dinero te
aliena y no puedes hacer terapia pensando en la tarifa. El terapeuta es un sacerdote".
Preguntó: ¿Qué comía el sacerdote? y ¿Donde se acuesta? y ¿Con quién?.
"Bueno siempre habrá alguna manera le dijo su terapeuta, pero yo no soy
consejero económico". ¿Y si el terapeuta tiene hambre, puede atender a su
paciente sin pensar en el hambre? preguntó. Confidencialmente le explicaron,
todos los colegas que lo atendieron gratis, que el dinero se ganaba en otras
disciplinas, como el Reiki, el Aikido, Aromaterapia, Acupuntura, Flores de
Bach, interpretación del ojo y del tarot, test de la letra y la firma, yoga
kundalini, interpretación de los números, yoga ashtanga, terapia de la música,
del color, mesmerismo, teosofía, filosofía hermética, interpretación de sueños,
talleres de proyección personal de la autoayuda, cómo ganar amigos, cómo engañar
a la mala fortuna, magia blanca, brujería de aurora y crepúsculo, y tantas
otras. "¿Y para qué eres psicólogo entonces?", "Es un
sacerdocio" le volvieron a repetir.
Era un extraño sacerdocio.
El sacerdote sale a los caminos y a los campos, o a las calles y las moles
comerciales, en busca de sus fieles: Les predica, los convierte, los perdona,
los eleva y purifica; pero este sacerdote no encontraba paganías, nadie está
enfermo de la cabeza, o del alma si es lo mismo. Así, por ejemplo, le pregunto
al que lee: ¿Está usted loco? ¿Necesita ser curado? o al que compra compulsivo
y endeudado: ¿Está usted enfermo de la cabeza? Y al que se siente
menospreciado, poco amado y no reconocido, le pregunto: ¿Necesita curación?.
Todos; sin faltar uno, niegan: "¡No! ¿Cómo se le ocurre? ¿Acaso está loco?
Enfermos serán los otros, los que me pagan poco, los que me hacen sentir menos,
los que me torturan con deudas, los que no me respetan y los que me engañan,
los que me insultan por gordo, me desprecian por muy moreno, me rechazan por
tener nombre castizo, los que me asesinanpor ser mujer; pero yo... ¡Yo no estoy
loco!". Sin fieles, entonces, ¿Cómo se es sacerdote? "¡Ah!" le
dijo su terapeuta, "si yo lo supiera, otro gallo me cantaba".
Así, andando el tiempo,
sólo hacía psicología en fiestas y reuniones. En una de matrimonio alguien
contaba que no dormía, o que lloraba mucho, o que jamás lo hacía, o se
sorprendía de su propia crueldad o que amaba sufrir y anhelaba la desgracia,
porque sólo en el sufrimiento había placer, uno más sentía pánico si estaba
solo, mientras otro lo sentía si había demasiada gente. Alguno odiaba ser
tocado, mientras otro sólo quería tocar a todas y era atroz no conseguirlo. Una
mujer siempre temía haber olvidado los calzones, mientras otra amaba sacárselos
cuando se sentaba a una mesa, a otra le gustaba exhibir un lunar con pelos,
como pendejos, que tenía detrás de la oreja, otra tenía la compulsión de
atravesarse adornos en el rostro y en los pechos, una se dibujaba pajaritos en
el vientre por cada desengaño amoroso, y alguna más hacía confesiones íntimas
en voz tan bajita que nadie la escuchaba. Él los citaba a todos en su estudio,
después de darles un primer consejo. Pero... ¡Todos estaban sanos al día
siguiente! Ninguno llegaba.
De este modo, un día
sucedió que, en las bodas de plata de alguien, ella pidió perdón al marido por
haberlo apuñalado tantas veces, cada tercer jueves del mes y también el quinto,
si lo había. Él, que se veía triste y resignado, con una semisonrisa la
perdonó, como hacía cada cinco años, cuando ella, ritualmente le pedía perdón
por acuchillarlo con tanta frecuencia y furia inusitada. Reconoció ser
afortunada por no haberlo asesinado después de veinticinco años de intentos
persistentes. "Es que no me da plata" explicó y "mira con
lujuria a mis amigas". Entonces el psicólogo la citó a su consulta, pero
ella no fue. Siendo, sin embargo, tan grave el caso el psicólogo la llamó y le
ofreció pagarle por la consulta. Quizás no tanto por ella, sino por una
especialización de post grado que cursaba y este caso podría ser una buena
tesis de título. La mujer, llegó por el pago, no por mejorarse, porque su
matrimonio vivía un plácido equilibrio sádico masoquista.
No sé si la tesis fue
aprobada, ni siquiera si fue rechazada por reparos éticos, pero tuvo un efecto
resiliente en el psicólogo. Después de razonar hondamente en el caso, después
de muchos análisis, después de establecer hipótesis y docimarlas
convenientemente, después de evaluar tímidamente los primeros resultados
positivos, después de proyectar y experimentar, después... Hoy ha triunfado y
vive con comodidad y holgura. Hoy se promueve de manera confidencial y
discreta, él mismo, como paciente total: Sus colegas lo llaman y le dicen, por
ejemplo: "Para no perder la práctica de la profesión, necesito un paciente
obsesivo compulsivo. Le haría dos Test de Rorschach, uno para diagnóstico y
otro de cierre, al fin de la terapia, que tendría elementos de Gestalt y
cognitivos conductuales, para control de ansiead y depresión mediana a profunda".
El paciente total evalúa el caso, valoriza el esfuerzo y cobra una tarifa por
sesión o tratamiento completo y se somete a la terapia del colega tratante. Hoy
en día tiene su agenda completa. A veces por la mañana es un esquizofrénico
delirante, a medio día es bipolar y más tarde sufre de depresión profunda.
Entre horas se somete a tests proyectivos gráficos como el de La familia, o Del
Hombre bajo la lluvia, contesta tests de Raven al borde de la inconsistencia o
de la genialidad, o se esmera en mostrar un perfil maníaco en un Edwards, o un
Zulliger. Elige el rojo si es criminal, amarillo si traicionero, blanco para
ser adicto, verde es fumador y azul: plácido asesino. ¡Ahora sí, vive bien! Aún
no paga su crédito universitario, pues quedaría exento de toda deuda, lo que
sería visto de manera sospechosa. Quizás si reflejara un comportamiento
obsesivo que podría ser objetable en su trabajo de enfermo psicológico
universal.
Kepa Uriberri
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