viernes, 3 de septiembre de 2010

Idilio Salvaje de Manuel José Othón


Idilio Salvaje.
¿Por qué a mi helada soledad viniste
cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?… Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.
Si vienes del dolor y en él nutriste
tu corazón, bien vengas al salvaje
desierto, donde apenas un miraje
de lo que fue mi juventud existe.
Mas si acaso no vienes de tan lejos
y en tu alma aún del placer quedan los dejos,
puedes tornar a tu revuelto mundo.
Si no, ven a lavar tu ciprio manto
en el mar amarguísimo y profundo
de un triste amor, o de un inmenso llanto.

Idilio Salvaje es uno de los considerados más representativos de México que, además, cuenta con reconocimiento internacional.



Su autor, Manuel José Othón, poeta, político y dramaturgo, ejerció la profesión de abogado. Y desde los 13 años comenzó a escribir poemas. Fue a sus 21 años cuando se publicó su primera obra: “Poesías”. Tres años después se publicaron sus “Nuevas poesías”.


Su trabajo ha sido relegado, en virtud de que no presenta grandes gestos elocuentes ni escándalos personales, no tiene nada llamativo para darle fama. Y por otra parte, su tipo de poesía requiere de un lector muy atento, contemplativo y paciente, por su corte paisajista.


Idilio salvaje, uno de los más grandes trabajos de las letras mexicanas lo llevó a la fama pero también al olvido. Es un poema que contrasta con el resto de su poesía.


A 104 años de su muerte, su poesía tiene un panorama distinto. A decir de Elsa Cross, escritora y ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 2008:


“Se lee más a Othón porque su poesía es más limpia, no hay pretensiones como las tuvo Amado Nervo.”


"Muchos modernistas lo despreciaron, entre ellos Nervo, siendo que a estas alturas, Othón se lee mucho mejor que Nervo. Uno lee a Amado Nervo y es cursi, anticuado, anacrónico.”


Y es que la poesía de Othón, que se enmarca dentro del Romanticismo y Modernismo nos brinda un esplendoroso despliegue de sensaciones en contacto con la naturaleza. Es la naturaleza cantada por Othón, cual sinfonía en concierto de increíbles sonidos y colores dinámicos.


Su obra póstuma más importante, El himno de los bosques, lo realizó en la bella región de la huasteca tamaulipeca en el ejido Gallitos y la cual le abre las puertas de la Academia de las Letras.



Editamos, publicamos y vendemos tu libro. 



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