martes, 20 de octubre de 2009

Boletín 001

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Boletín Informativo y Promocional 001

22 de octubre del 2009
Planes Integrales
Servicios al Escritor


Este es nuestro primer boletín informativo y promocional, a través del cual queremos agradecer sinceramente a todos los que no únicamente se han registrado sino también aquellos que nos han enviado sus textos o comentarios.

Todo el equipo de Editorial Atreyo, nos encontramos contentos porque, siendo honestos, no esperábamos tanta participación inmediata de la comunidad virtual.

Esta respuesta nos da alicientes para continuar esforzándonos en nuestro proyecto.

También queremos informar que ya hemos recibido la confianza de dos escritores para ocuparnos de sus obras que muy pronto pondremos a la venta al público en general. Dos primeras obras que colocaremos en nuestro catálogo y que confiamos marcarán el inicio de una gran producción literaria.

Los invitamos a continuar colaborando con nosotros para continuar abriéndole las puertas a la Cultura.

La Editorial.
Juan Rulfo – Biografía. Uno de los escritores mexicanos más queridos a nivel mundial.
Borges y el Che – El Che no murió en Bolivia… todo fue un montaje.
El Disparate – Opinión

Muchos escritores evitan el relato humorístico

San Jordi y la Hija del Dragón – Cuento Infantil

Una delicada tarde del mes de abril, según el calendario del romano César, y bajo el auspicio de cambio de las fases lunares y los planetas, descendí con la luz del sol

Medidas para evitar el fraude de editoriales a los escritores.

Todos los TT.JJ. piensan igual y tienen las mismas respuestas.

El Código Nazi – Libro

Yolanda Bautista. Veracruz, México, le recomienda este libro.


Calendario de Ferias de Libros.



Poeta cubano Premio "Juan Rulfo" correspondiente al año 2002.
Opina, critica, promueve, sugiere, informa todo sobre libros, escritores, experiencias literarias, eventos, presentaciones, publicaciones, biografías. Promuévete a ti mismo. El Blog de Atreyo es un lugar de encuentro para los amantes de las letras.



Los sabios hablan porque tienen algo que decir. Los tontos hablan porque tienen que decir algo (Platón)

En estos tiempos se necesita mucho ingenio para cometer un pecado original (Anónimo)

lunes, 5 de octubre de 2009

Cintio Vitier nos dice adios




CINTIO VITIER (25 de septiembre de 1921 al 1° de octubre de 2009)



Nació en, Cayo Hueso, La Florida, el 25 de septiembre de 1921. Su padre fue el ensayista y educador Medardo Vitier. Graduado de Doctor en leyes. En 1938 publicó su primer libro, Poemas, con una presentación de Juan Ramón Jiménez. Está casado con Fina García Marruz. Perteneció al grupo de poetas que hizo la revista Orígenes (1944-1956). Ha trabajado como profesor en la Escuela Normal para Maestros de La Habana y en la Universidad Central de las Villas. De 1962 a 1977 fue investigador literario en la Biblioteca Nacional "José Martí". Dirigió la edición crítica de las Obras completas de Martí en el Centro de Estudios Martianos hasta 1987 y la edición crítica de Paradiso, de José Lezama Lima (Madrid, Colección Archivos, 1988). Traducido a varios idiomas. Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1988, también le fue conferido el Premio "Juan Rulfo" correspondiente al año 2002. El título de Oficial de Artes y Letras de  Francia  y la medalla de la Academia de Ciencias de Cuba. Presidía el Centro de Estudios Martianos. 
Muere en Cuba el 1° de octubre del 2009.
 
Algo le falta a la tarde...

Algo le falta a la tarde,
no están completos los pinos,
y yo mirando a las nubes
siento lo que no he sentido.

A cada instante pregunto
por el tesoro perdido
cuya sombra se desplaza
con melancólico frío.

Mirándome está el deseo,
nocturno, solo, infinito;
callada va la nostalgia
llameando eternos vestigios.

No llega nunca mi gesto
a la tierra del destino;
la vida acaba inconclusa,
quedan los sueños en vilo.




La Jornada: Despiden a Cintio Vitier, caballero de las causas verdaderas y de los sueños


Editamos, Publicamos y Vendemos tu Libro


domingo, 4 de octubre de 2009

Carta al escritor

Estimado escritor/a,

Hoy en día, con los nuevos avances de la tecnología y los nuevos paradigmas a los que se enfrentan las Editoriales tradicionales, es posible que todo escritor pueda tener mayores accesos a la publicación de su libro.

Ya no tiene que enfrentarse al sector elitista de las grandes editoras. Ya no tiene que esperar tanto tiempo para recibir noticias de que su obra ha sido aceptada o rechazada, ni tampoco esperar otro lapso más para ver su libro en las gloriosas estanterías de las librerías.

El escritor y las editoriales disponen de muchas herramientas digitales para facilitar y hacer más rápido y con la misma calidad o superior, la edición de libros en papel y en formato digital.

Estas, realmente, son muy buenas noticias.

Pero no todo es color de rosa en el mundo editorial ni para el escritor. Existen también muy malas noticias.

Los mismos recursos que facilitan todo trabajo para el escritor y para la editorial, también están siendo utilizados para defraudar a tantos miles de nuevos escritores que sueñan con publicar su obra.

Sí, es verdad. El mundo editorial fluye como agua revuelta y la noble intención de publicar un libro se ha convertido para el escritor, sobre todo para los que comienzan, en un camino lleno de engaños y frustraciones. Y no únicamente por editoriales fantasmas, sino también por editoriales que cuentan con el beneplácito de las mismas instituciones que se supone deben guardar estrecha vigilancia y cumplimiento de las disposiciones legales.

Es por ello, que como colaboradora de edición de Editorial Atreyo, me permito sugerirle tomar las siguientes precauciones y si lo prefiere, inclúyanos dentro de las mismas: 

  1. Registra tu obra (en México) en el Instituto Nacional del Derechos de Autor 
  2. Si estás listo para publicar, envía una copia a la o las Editoriales que desees y si te es posible entrega el mismo original personalmente a cada una de ellas.
  3. Hay quienes aconsejan tener cuidado con aquellas editoriales que anuncian promesas de premios, lectura o edición previo pago de un registro o depósito legal y Editorial Atreyo apoya esta sugerencia, pues claramente se trata de una estafa. Editorial Atreyo no ofrece la gestión del registro o depósito legal, al menos, no como requisito para contratar alguno de los servicios o planes que le ofrece. 
  4. Ten mucho cuidado con los aduladores. Estos inflamarán tu ego y te prometerán un futuro esplendoroso en el mundo literario. En muchas ocasiones son desaprensivos que se aprovechan de tu ilusión por ver tu obra editada ocultando su verdadero objetivo que es la de lucrarte. El resultado que obtendrás con estos personajes es depresivo, porque ni verás tu libro editado, ni promocionado ni vendido (y en algunos casos ni siquiera impreso). 
  5. Desconfía de los contratos que no indiquen las características técnicas de tu libro. Si es impreso en papel debe señalarse por lo menos un mínimo de características que contendrá: diseño de cubiertas, con o sin solapas, cantidades, tipo de promoción, etc.
  6. Huye de toda editorial o empresa que te exija pagos por adelantado de fuertes cantidades para que puedas ver tu obra publicada. Editorial Atreyo, te pide el pago inmediato de una cantidad mínima (casi simbólica) de acuerdo al plan integral que hayas elegido. Este pago es utilizado para los gastos inmediatos como pruebas de fotografía, maquetación y diseño para posibles y futuras impresiones en papel. Recuerde que el formato PDF en versión PCD es diseñado para impresión en papel.
  7. Huye de cualquier ansiedad. Editorial Atreyo te aconseja tengas un buen asesoramiento. Confía en aquellas editoriales que ofrecen todos los servicios que una editorial debe tener: correctores ortográficos, correctores de estilo, maquetistas, diseñadores, ilustradores, equipo de lectura de tres niveles (lector, crítico, literario), equipo de impresión o colaboradores de impresión, web. Y no sólo servicios aislados.
  8. Cuida de que tu talento y tu imaginación estén unidos a la prudencia y la precaución. Tu buen propósito y noble intención de publicar puede quedarse encerrada en la frustración si cae en manos de aquéllos, cuyo único propósito es defraudarte.

Laura Contreras Paz
Edición Editorial Atreyo



Editamos, Publicamos y Vendemos tu Libro

viernes, 2 de octubre de 2009

Fechas de Ferias del Libro en México

 XII Feria del Libro Saltillo
Saltillo, Coah.
2 al 11 de octubre

I Feria del Libro Infantil y Juvenil
Tulum, Q. Roo
5 al 11 de octubre

3ra. Feria Nacional del Libro
Infantil y Juvenil
Córdoba, Ver.
9 al 19 de octubre

Feria del Libro Infantil y Juvenil 2009
San Luis Potosí, S.L.P.
9 al 18 de octubre

9ª Feria del Libro en el Zócalo
México, D.F.
9 al 18 de octubre

XIX Feria Internacional del Libro Monterrey
Monterrey, N.L.
10 al 18 de octubre

XVIII Feria del Libro
Cozumel, Q. Roo
12 al 17 de octubre

58ª Feria Internacional de Libro

Francfort, Alemania
14 al 18 de octubre

Feria del Libro Infantil y Juvenil
Delicias, Chih.
15 al 20 de octubre

1ª. Feria del Libro Infantil y Juvenil de Ciencia y Tecnología
Delegación Venustiano Carranza
México, D.F.
22 al 29





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BORGES Y EL CHE (tema y variación)

El Che no murió en Bolivia ni fue hecho prisionero en la quebrada del Yuro. El que murió fue otro, su doble, ese doppelgänger tan recurrente en la obra del escritor argentino. Todo fue un montaje, una representación como la que acompañó al tema del traidor y del héroe en la incendiaria Erin de principios de siglo.



Escrito por: Leo Mendoza (Argentina)

La historia ya la contó Jorge Luis Borges, aunque lo hizo con un héroe de antaño. Está en un libro escrito al alimón por Borges y Bioy, o Biorges, ese fabulante rioplatense cuya criatura, don Isidro Parodi, resolvía todo tipo de retos policiales recluido en la penumbra de su celda.

Además, es muy probable que a Borges su paisano le fuera muy antipático y que no encontrase en él algo, un solo gesto, que pudiera igualar a la grandeza del hijo de Filipo. Todos sabemos de su menosprecio por el Martín Fierro. Para el autor de la Historia universal de la infamia, el gaucho nacido del exilio no representaba el alma de los argentinos. Y el poema de Hernández no debería ser la obra nacional de la Argentina porque su héroe, en el fondo, era un villano, un hombre fuera de la ley, un proscrito, un matón de negros y cómplice de la deserción de un soldado. Reparos que, por cierto, Borges jamás tuvo para con los textos homéricos y sus abigeos heroicos.

También se sabe que para el penumbroso inventor de ficciones la palabra "montonero" era un insulto y así calificó a grupos vocales como Buenos Aires 8. Y ni siquiera podemos imaginar lo que hubiera dicho de los nuevos tangueros; él, tan aficionado como era al tango viejo, al de arrabal y compadrito, el de los orilleros y el facón.

Es casi imposible que el irónico autor del "Poema de los dones", ese anarquista que sirvió de modelo al bibliotecario ciego de Umberto Eco, sintiera admiración o aprecio por su compatriota. Y esto es aún menos probable por el orgullo que ligaba a Borges a una vida tradicional y respetable y a la aristocracia del pensamiento. Él, que consideraban a troyanos y aqueos como sus contemporáneos, a quien la historia se le colaba a tirones por la puerta trasera de su biblioteca, que se sentía orgulloso de las prisiones de su madre, encarcelada por cantar el himno nacional durante la dictadura de Perón, y de aquel acoso que lo convirtió en inspector de mercados, ¿cómo podría admirar esa cara de la locura?

Para el escritor 1967 fue un año simbólico y para su coetáneo, terrible. Borges se casa por vez primera mientras el otro siente de cerca el aliento de la muerte; viaja a los Estados Unidos para dictar conferencias en Harvard y aparecen las crónicas de Bustos Domecq, escritas también en colaboración con Bioy, además de una Introducción a la literatura norteamericana donde dejó huella de su admiración por Emerson, Whitman, Poe y, por supuesto, Melville.

Si durante sus viajes tuvo alguna noticia de la muerte de su compatriota, no existe ningún registro de ello en la prensa. Ninguna huella ni siquiera uno de esos comentarios irónicos, esos golpes de inteligencia irritantes y provocativos en los cuales era un experto. Tal vez alguna vez dijo, como de sus compadritos de las esquinas rosadas: "murió en su ley". Pero todo esto ocurrió cuando, para la gran mayoría de sus lectores, Borges aún no era Borges sino su doble, ése al cual le ocurrían las cosas.

Para él, es cierto, la muerte de Kennedy, el asesinato en Dallas, fue un hecho mucho más terrible que la captura y muerte del guerrillero. Y no hay ningún testimonio que nos aclare si muchos años antes, entre viaje y viaje, entre biblioteca y biblioteca, entre lectura y lectura, los ojos apagados del poeta se cruzaron con la mirada encendida del joven revolucionario. O a lo mejor se vieron vagamente en una de esas fiestas de la buena sociedad provinciana a las que el muchacho asistía con la misma ropa de la semana mientras que el maduro profesor lo hacía con el traje de los domingos, aquel de sus estadías en Androgué.

A su manera, los dos amaban el viaje. Borges retrocedía, iba hacia el pasado, hacia las altas cumbres del pensamiento donde tenía una de sus patrias, Ginebra, la casa de Rosseau. Para Borges todo periplo era una experiencia civilizadora. Su paisano avanzaba hacia lo desconocido, hacia lo nuevo, hacia ese nacimiento que significa la fractura del mundo. Nadaba con brazada ardiente en el remolino de la aventura. A donde fuera, como en el poema conjetural, las balas silbaban y en la manigua había perdido su vocación de médico cuando abandonó una caja con medicamentos a cambio de una dotación de cartuchos.

Pero la historia contada por Borges y atribuida Chesterton es otra y es la misma. Nada tiene que ver con las semejanzas y diferencias que pudieran haber entre estos dos argentinos quienes, hoy, como en la ronda de Hans Holbein, arropados por los helados dedos de la muerte, ya no son tan diferentes. Borges, bajo el césped de un cementerio suizo. El Che, en el barro boliviano que dio cabal cumplimiento a una canción que clamaba por un entierro revolucionario.

Tal vez la historia esté demasiado fresca en la memoria. Treinta años son menos de los que ahora poseo y el fabulista del Aleph apenas hace diez que se marchó para siempre. El azar que llamamos tiempo y que en ocasiones es destino quizá espera que alguien cuente esta historia dentro de mil años. Por lo pronto, esta variante la encontré mientras revisaba en un libro de Borges que perteneció, de acuerdo a la firma, a Juan José Rosales.

El libro es una antología, "Ficcionario" se llama y lo encontré en una librería de viejo. Por eso la transcribo tal y como aparece en la pequeña hoja de papel doblada una y mil veces y escondida en la página 272, justo donde empieza el cuento "La otra muerte".

El estilo no es borgeano, el tema, tal vez. Y yo quiero pensar que alguna vez Borges pensó que todas las vidas son una y la muerte es para todos la misma.

El anónimo redactor del cuento -quizá el propio Rosales- tituló a su versión de una historia de Chesterton contada por Borges y Bioy y con algunos trazos del zahir, "La otra muerte":

La otra muerte

Digamos que el Che no murió en Bolivia ni fue hecho prisionero en la quebrada del Yuro. El que murió fue otro, su doble, ese doppelgänger tan recurrente en la obra del escritor argentino. Todo fue un montaje, una representación como la que acompañó al tema del traidor y del héroe en la incendiaria Erin de principios de siglo.

Hoy, el Che aún es la viva imagen de aquella fotografía de los primeros días en Bolivia, la del pasaporte falso. Es el disfraz de estanciero, el saco, la corbata, el pelo cuidadosamente peinado y engominado, aunque cada vez más escaso, como debería de tenerlo un viejo cantante de tangos. Pero ya no es un hombre joven y lo sabe. Está muy cerca de cumplir los setenta años. Ya nada tiene que ver con aquel del cabello alborotado, la barba salvaje y sin recortes. Hace tiempo que abandonó el tabaco por prescripción médica y que cuida sus niveles de colesterol y azúcar en la sangre. Es el jefe de una nueva tribu de guerreros, sólo que los de ahora ya no visten el luido uniforme de la guerrilla sino el maletín, los lentes para sol obtenidos en el mercado negro y, cuando el tiempo se los permite, se ponen saco y corbata. Ya nada queda de aquellos que se murieron en la raya, de los que en las montañas bolivianas trataron de fraguar un ataque suicida en los días aciagos que siguieron a su captura.

A veces recuerda. Ve las imágenes en los muros y vive otra vez los combates de la Sierra Maestra, los de Santa Clara y la entrada tumultuosa en La Habana. Entonces, recorre en el viejo Dodge 57 aquellas calles por las que alguna vez caminó victorioso y se siente condenado al escritorio, al silencio. Ve los ocho tomos de sus obras escogidas, con portadas en brillantes colores, y sabe que ya nadie le podrá agregar uno solo de los textos que ha escrito desde entonces, acumulados en gruesas carpetas, destinadas al fuego sin siquiera ser vistas. Algunas veces, creyendo que burla a sus compañeros de oficina, acecha el paso de su hija o lee en los periódicos extranjeros la polémica desata por la declaración de uno de sus amigos franceses. Sabe que Vietnam ya no es el ejemplo a seguir y que de todos los países del bloque del Este, aquellos a los que él veneró con ingenuidad revolucionaria, ya ni uno solo queda al amparo de la hoz y del martillo. Ciertas noches viaja hacia el pasado; se rebela cuando algunas copas de ron le corren por las venas, pero eso sólo lo hace tras la seguridad de los muros, rodeado por sus fieles servidores que son, a la vez, sus carceleros. Oye, con mal disimulada envidia, las canciones que se han hecho acerca del guerrillero heroico y, de golpe, el dolor y la nostalgia le asaltan cuando escucha que Nicolás Guillén declama con voz mulata: "no porque hayas caído tu luz es menos alta..." A veces siente nostalgia de todo lo que no fue y en otras desearía agregar una cuantas páginas al libro clausurado de su vida.

Un día se encuentra con su efigie en una moneda de tres pesos cubanos. Ahí está él, con el gesto adusto, de mártir, y un dejo de preocupación en la mirada. El pelo, en largas hebras, surge de una boina de iluminada estrella. La camisola de miliciano abierta, el cuello levantado al desgaire. La ceja espesa, la barba y el bigote apenas marcados por los brillos de la aleación y por encima del rostro aquel lema símbolo de un destino que él no pudo cumplir: Patria o muerte. Esas monedas de tres pesos, que nada tienen que ver con el Zahir, son las mismas que sus amigos, sus correligionarios, sus jóvenes guerreros, cambian por los dólares feroces contra los cuales él levantó su voz, muchas años atrás, allá, en Punta del Este. Y en ese momento intuye que ya nada tiene que ver con el hombre que aparece en aquel dinero ni con el que aún colorea al alto contraste las calles de La Habana y menos con aquel al que los jóvenes compositores aún cantan. Se mira y no se reconoce y aun así piensa en su pasada gloria.

-Alguna vez fui El Che.

Agacha la cabeza y vuelve a sumirse en la contabilidad, en el trabajo de la oficina, en su puesto de funcionario menor pero con privilegios.


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El Código Nazi

Espionaje en territorio mexicano, en medio de campos de concentración y espías nazis infiltrados.

Por: Yolanda Bautista. Veracruz, México

Quiero hablarles de un libro que me estremeció y que nunca consideré como algo posible. Hablo de "El Código Nazi" escrito por F.G. Haghenbeck, escritor nacido en la ciudad de México.

En este libro nos plantea una historia de espionaje en territorio mexicano, en medio de campos de concentración y espías nazis infiltrados en los gobiernos de Manual Ávila Camacho y Miguel Alemán. Una historio al más puro estilo del espionaje europeo y de narraciones como "Rescate de La Habana" o "El Americano Callado", de Gram Green.

A decir del propio autor, "El Código Nazi", está basada en hechos reales ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial, tiempo en que japoneses, alemanes e italianos buscaron refugio. Todos los personajes de la novela existieron; la excepción son los tres principales que utilizó como pretexto para desarrollar la historia en la que devela las partes oscuras y ocultadas por la historia oficial. Se sabe que la amante de Miguel Alemán fue espía alemana Hilda Krüger, y este fue un hecho que le inspiró la novela que en principio fue un cuento: El Hombre del Cofre, para después convertirse en "El Código Nazi" por la cantidad de información sobre espías en México.

F. G. Haghenbeck cuenta la historia de un judío alemán que contrata a Lorenzo Blanquet para que asesine al hombre que lo delató al régimen de Hitler; pero esa es la metáfora para hablar del México que se definía neutral y de puertas abiertas a inmigrantes europeos. No obstante descubrió durante sus investigaciones para la creación de su obra un México intolerante y discriminatorio, conservador y racista, señalando que cuando llegaban los barcos llenos de judíos, la Secretaría de Gobernación los regresaba a Alemania, debido a la extorsión a los inmigrantes que buscaban refugio, el fomento del sentimiento antisemita, los campos de concentración y la complicidad al permitir el ingreso de agentes nazis.

Estados Unidos ordenó al gobierno mexicano crear campos de concentración. Así, México los establece para inmigrantes alemanes (Veracruz), japoneses (Guadalajara, Morelos y la Ciudad de México, hacia el Desierto de los Leones) e italianos en Córdoba.

El Código Nazi puede funcionar como una novela de ficción muy a pesar de que contiene capítulos de hechos reales.

El Premio Nacional de Cuento Policiaco 2007 adelanta que ahora indaga en la Guerra de los Cristeros, etapa en la que transcurrirá su próxima historia de ficción. 


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Citas de la Revista Atalaya

Por: Diego Fernández Alcántara.

Es importante comprender la posición que la Sociedad Atalaya ocupa en la vida del Testigo de Jehová. Es el guía, el maestro, el expositor de la recta doctrina. El T.J. asiste a varias reuniones cada semana donde es reiteradamente adoctrinado para que crea las enseñanzas de la Sociedad Atalaya. Todos los TT.JJ. piensan igual y tienen las mismas respuestas hechas porque leen las mismas fuentes y son condicionados para pensar de una sola forma: la forma de la Sociedad Atalaya. De modo que si usted ha dado testimonio a un T.J., es como si hubiese ya testimoniado a todos.

En la Biblia, Jesús es el mediador entre Dios y el hombre (1 Tim. 2:5). Él solo es quien revela la verdad (Juan 1:17), no la organización Atalaya. Como leerá en estas citas, la Sociedad Atalaya sutilmente ocupa el lugar de Jesús. Aunque afirman dar testimonio de él y señalarlo a él, en realidad no hacen tal cosa.

"Es de esperar que el Señor tuviese un medio de comunicarse con su pueblo en la tierra, y él ha mostrado claramente que la revista denominada La Atalaya es empleada con tal propósito. "Anuario de 1939 de los Testigos de Jehová, p. 85.

"Todos necesitamos ayuda para entender la Biblia, y no podemos hallar la guía escritural que necesitamos fuera de la organización que es 'el siervo fiel y discreto'." La Atalaya, 15 febrero 1981.

"...la gente no puede ver el plan divino al estudiar la Biblia por sí misma... si una persona los deja de lado [a los "Estudios sobre las Escrituras"] y los ignora y va a la Biblia sola, aunque haya entendido su Biblia por diez años, nuestra experiencia muestra que dentro de los siguientes dos años estará en tinieblas. Por otra parte, si simplemente hubiese leído los Estudios sobre las Escrituras con sus referencias, y no hubiese leído ni una página de la Biblia como tal, ella se hallaría en la luz al cabo de los dos años, pues tendría la luz de las Escrituras." La Atalaya, 15 setiembre 1910, p. 298.

"De tiempo en tiempo, han surgido de entre las filas del pueblo de Jehová quienes, como el Satán original, han adoptado una actitud independiente y criticona... Ellos dicen que es suficiente con leer la Biblia exclusivamente, ora solos , ora en pequeños grupos en el hogar. Pero, extrañamente, a través de tal 'lectura bíblica' ellos se han vuelto a las doctrinas apóstatas que los comentarios del clero de la cristiandad enseñaban hace cien años..." La Atalaya, 15 agosto 1981.

"Así, la Biblia es un libro organizacional y pertenece a la congregación cristiana como organización, no a individuos, sin importar cuán sinceramente puedan estos creer que pueden interpretar la Biblia." La Atalaya, 1 octubre 1967, p. 587.

"Apresúrese a identificar la organización teocrática visible de Dios que representa a su rey, Jesucristo. Habiéndola identificado, acéptela por completo en todo aspecto." La Atalaya, 1 octubre 1967, p. 591.

"Si hemos de caminar en la luz de la verdad, debemos reconocer no sólo a Jehová Dios como nuestro Padre, sino también a su organización como nuestra madre." La Atalaya, 1 mayo 1957, p. 274.

"No podemos afirmar que amamos a Dios y al mismo tiempo negar su palabra y canal de comunicación." La Atalaya, 1 octubre 1967, p. 591.

"Debemos comer y digerir y asimilar lo que se nos ofrece, sin evitar parte del alimento porque no se adapte a la fantasía de nuestro gusto mental...Debiéramos humildemente ir con la organización teocrática del Señor y esperar mayor claridad, en lugar de quejarnos a la primera mención de un pensamiento desagradable para nosotros y proceder a argüir minucias y vociferar nuestras críticas y opiniones como si ellas fuesen más valiosas que la provisión de alimento espiritual del siervo. Los teócratas apreciarán la organización visible del Señor y no serán tan necios de oponer contra el canal de Jehová sus propios razonamientos, sentimientos y emociones humanas." La Atalaya, 1 febrero 1952, p. 79-80.

"Luego de haber sido nutridos hasta nuestra actual madurez y fuerza espiritual, ¿nos volveremos repentinamente más sabios que nuestro anterior proveedor y abandonaremos la iluminadora guía de la organización que es nuestra madre? 'No abandones la ley de tu madre' (Prov. 6:20-23)." La Atalaya, 1 febrero 1952, p. 80.

"Nunca se propuso una doctrina más engañadora que la de la Trinidad. Solamente pudo haberse originado en una mente, y tal es la mente de Satanás, el Diablo." Reconciliation, 1928, p. 101.

"La doctrina, en resumen, es que hay tres dioses en uno: 'Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo; los tres iguales en poder, substancia y eternidad." Sea Dios veraz, 1952, p. 100. (Aquí distorsionan la doctrina de la Trinidad).

"Pregúntele al estudiante, '¿Cuántos Jehová hay?'Déjelo que conteste. La respuesta es obvia, que hay un solo Jehová... Si es un Jehová, entonces ¿podría él ser tres dioses, Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, como enseñan los trinitarios?" La Atalaya, 1 abril 1970, p. 210 (de nuevo, la Atalaya distorsiona la doctrina de la Trinidad).

Hay cuatro exigencias para la salvación, según lo enseña la revista Atalaya del 15 de febrero de 1983 (p. 12). Uno de ellos trata de la Sociedad Atalaya.

"Jesucristo identificó un primer requisito cuando dijo en oración a su Padre: 'Ésta es la vida eterna, que te estén conociendo a ti'... muchos han hallado la segunda exigencia más difícil. Es la de obedecer las leyes de Dios, sí, de conformar la propia vida a los requerimientos morales establecidos en la Biblia... Una tercera exigencia es la de asociarse con el canal de Dios, su organización... Para recibir la vida eterna en el paraíso terrenal, debemos identificar aquella organización y servir a Dios como parte de ella... El cuarto requisito se relaciona con la lealtad. Dios requiere que los candidatos a su reino apoyen su gobierno por medio de promover lealmente su reino entre otros..."

(Esta información fue tomada de The Scholastic Dishonesty of the Watchtower [La deshonestidad intelectual de la Atalaya] , por Michael Van Buskirk: Caris Inc. P.O. Box 1783, Santa Ana, CA 92702 y Dialogue with Jehovah's Witnesses [Diálogo con Testigos de Jehová], por Duane Magnani y Arthur Barrett, 1983, Witness Inc. Vol. 1, p. 274.)
Si alguien está interesado, puede descargar Cómo Entender La Biblia.


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jueves, 1 de octubre de 2009

Juan Rulfo (1917-1986)


Este gran escritor y fotógrafo mexicano, cuyo verdadero nombre era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vizcaíno, nació en Sayula, Estado de Jalisco, el 16 de mayo de 1917, en una familia acomodada, que perdió todo durante la Revolución. Jalisco era un Estado aislado, mísero, fanático y violento.

La adopción del apellido Rulfo fue debido a una petición de la abuela María Rulfo, pues en su familia fueron 7 hermanas y un solo varón que murió soltero y sin descendencia. Para evitar que se perdiera el apellido pidió a sus nietos que adoptaran el Rulfo.

Su niñez se vio afectada por las luchas religiosas de su país, la guerra de los cristeros, que fue particularmente violenta en el estado de Jalisco, lo que le llevó a decir: Entonces viví en una zona de devastación. No sólo de devastación humana, sino devastación geográfica. Nunca encontré ni he encontrado hasta la fecha, la lógica de todo eso. No se puede atribuir a la Revolución. Fue más bien una cosa atávica, una cosa de destino, una cosa ilógica. Este mundo en el que se crió durante su infancia le formó como un niño retraído al que le gustaba jugar solo.

Desde muy joven pierde a su padre, asesinado de un disparo en la nuca, y luego a su madre, por lo que fue recluido en un orfanato de Guadalajara. También varios tíos suyos murieron en circunstancias trágicas.

Por eso, el elemento fundamental en sus relatos rulfianos será la muerte. Pocas veces se refiere a ella directamente, pero su sombra figura en cada enunciado. La muerte es el ambiente en el que los personajes viven (¿o mueren?) su historia.

En la muerte, los personajes de Rulfo encuentran la prolongación de la vida: viven en la muerte y el lector participa activamente en mantenerlos vivos siquiera mientras dura la lectura.

La desolación, el dolor, su estrecho vínculo con la soledad, marcarán su vida y, por lo tanto, su obra. Guardó siempre un carácter triste, sensible, retraído, romántico y observador al mismo tiempo.

Rulfo llega por primera vez a la capital en el año de 1935. Si bien pretende continuar sus estudios, lo cual le fue imposible ya que éstos no le son revalidados.

En realidad, la idea de la ciudad nunca es de su agrado, ni lo ve como objetivo, se instala en ella buscando una forma de vida.

Más tarde confirmará, durante una entrevista, que la ciudad no le dice gran cosa. Él escribirá sobre los pueblos y las comunidades campesinas mexicanas, mantenidas en la marginalidad y el olvido.

Instalado en la ciudad de México, su familia lo incitó a estudiar la carrera de leyes, pero al fallar en los exámenes se dedicó a trabajar. Como agente viajero descubre una veta de experiencias en los pueblos, la que será fundamental en su obra literaria. Sus viajes por diversas zonas de México le permitieron entrar en contacto con etnias apartadas que aún resguardaban sus tradiciones.

Llevaba vivía una vida muy bohemia. Se pasaba las noches tomando café y se dormía bien entrada la madrugada. Leía vorazmente a los clásicos, a Goethe, Cervantes, Tolstoi, etc., y al tiempo escuchaba música clásica. Le gustaba practicar alpinismo y caminar incansablemente. Pero dejó las excursiones después de sufrir un accidente al volcarse un camión en el que iba con un grupo de montañeros.

Trabajó también en la Secretaría de Gobernación, en la oficina de migración y, tras casarse, en la fábrica de neumáticos Goodrich Euzkadi. Es en esta etapa -durante los años cuarenta- cuando intenta escribir su primera novela con temática urbana, El hijo del desaliento, que destruye inmediatamente por considerarla una novela autobiográfica llena de divagaciones personales, sin ningún interés literario.

Se volvió conocido sobre todo como escritor y colaboró en las principales publicaciones del país. En México D.F., tomó cargo del departamento editorial del Instituto Nacional Indigenista.

En 1945 publica los cuentos Nos han dado la Tierra y Macario en la revista Pan, de Guadalajara, dirigida por Antonio Alatorre y Juan Rulfo.

Al año siguiente se establece en México y publica su cuento Macario en la revista América y en la misma, en febrero de 1948, La cuesta de las Comadres; en enero de 1950 Talpa; en diciembre de 1950 El llano en llamas y en agosto de 1951 ¡Diles que no me maten!

En 1954 El Llano en Llamas se publica en la colección Letras Mexicanas de la editorial Fondo de Cultura Económica.

En 1955 aparece Pedro Páramo en la colección Letras Mexicanas, con una tirada de 2.000 ejemplares y se efectúa la primera reimpresión de El Llano en Llamas. Fue motivo de polémicas en torno al regionalismo, versus cosmopolitismo de México.

Su ruptura de las secuencias de tiempo y espacio, que la convierten en un laberinto temporal, su ambigua frontera entre lo real y lo imaginario, así como el que la experiencia de la muerte se asocie con lo sexual y lo onírico, la hacen insuperable. Rulfo juega con paradigmas universales, como la búsqueda del padre que inicia Juan Preciado, evocando a Telémaco en la Odisea, o el viaje al Comala de los muertos, semejante al de Orfeo a los infiernos. La novela trasciende los temas sociales, ahondando en la terrible violencia de las fuerzas divinas, en la degradación del alma humana, acosada por la culpabilidad y los remordimientos.

De esta gran obra dijo Jorge Luis Borges: Pedro Páramo es una de las mejores novelas de las literaturas de lengua hispánica, y aún de toda la literatura.

La Antología de cuentos mexicanos 1954 reproduce Un cuento.

Se estrena el cortometraje Talpa de Alfredo B. Cravenna, basado en el cuento de Rulfo de igual título.

Publica el cuento El día del derrumbe.

En 1956 se establece en Ciudad Alemán, Veracruz, trabajando como promotor de la Comisión Papaloapan, que se ocupa del sistema de riego en dicha zona veracruzana.

Emilio Indio Fernández le solicita guiones para cine. Rulfo trabaja en alguno de ellos e invita a Juan José Arreola a colaborar.

En 1961 es nombrado el asesor literario del Centro Mexicano de Escritores, junto con Arreola.

En 1962 deja de trabajar para Televicentro y viaja a Alemania un país que le entusiasmaba.

En 1963 se edita el disco de larga duración con textos leídos por el propio autor en la colección Voz viva de México.

En 1967 se filma la película Pedro Páramo.

En 1970 El llano en llamas es reimpreso pero con importantes modificaciones: desaparece Paso del Norte y se incluyen otras dos, El día del derrumbe y La herencia de Matilde Arcángel.

Rulfo fue un incansable viajero, participó en varios Congresos y encuentros internacionales, y obtuvo Premios como el Premio Nacional de Literatura en México en 1970 y en 1983 recibe en España el Premio Príncipe de Asturias.

El 8 de enero de 1986 muere en México.

Rulfo ha marcado la historia de las letras mexicanas. Su obra resiste el paso del tiempo y no deja de asombrar. Mantiene la necesidad interminable de interpretación y renovación de su lectura.

Su obra muestra la vida del México rural con su atraso, sus miserias con una mezcla de mitos, obsesiones y fantasmas del caciquismo mexicano.

Es uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX, que pertenecieron al movimiento literario denominado realismo mágico, y en sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios y personajes que reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico.

El autor se ha mostrado siempre muy reacio a explicar su obra.

Pero lo que, en última instancia, le preocupa a Rulfo es la exploración de algo intrínsecamente mexicano; pero también cabe sugerir que en su obra lo mexicano funciona como una metáfora de la condición del hombre en general.

Un importante grupo de críticos abogan por una interpretación basada esencialmente sobre lo mexicano. Según ellos, la magia de Rulfo radica en haber logrado atrapar la esencia de México, sus tiempos múltiples, los murmullos del pasado que persisten en el presente.

En sus obras, el mexicano se muestra amigo a veces respetuoso, a veces irreverente de la muerte. Con y para ella vive, de ella huye, y al mismo tiempo le llama. Juan Rulfo magistralmente plasma esta ambivalente relación, y es por ello que se considera que su única novela Pedro Páramo es una de las obras cumbres de la literatura universal.

En cambio, algunos críticos que hacen hincapié inequívocamente en la angustia existencial del hombre moderno como lo medular de la obra de Rulfo.

La devastación humana y geográfica la encontramos en el primer plano de sus obras: en el horroroso pueblo de Luvina, en el cuento El llano en llamas, y en el pueblo de Comala, de Pedro Páramo. Pero por debajo de estos cuadros desolados de esterilidad y miseria se esconden las preguntas implícitas en las palabras de Rulfo. ¿Cómo se explica esa desolación? ¿Es algo humano? ¿Es un castigo divino? De ahí la otra faceta de su obra; lo que Rulfo indica cuando se refiere a su obra como una transposición de los hechos de mi conciencia.

La violencia, la muerte, la degradación humana, la culpa, el fatalismo, una sexualidad casi animal, éstos son sus temas recurrentes. Sirviéndose de ellos y de una gran habilidad para estructurar sus cuentos en torno a ciertos motivos cíclicos, Rulfo analiza varios aspectos, principalmente negativos, de la vida rural mexicana.

En sus cuentos la vida es un caminar fatigoso, un triste pasado que elimina el futuro, un esfuerzo inútil, un andar a tientas entre las tinieblas.

Reconocido mundialmente por su obra literaria, su trabajo fotográfico ha sido menos conocido pese a algunas publicaciones ya existentes. Dejó un legado de aproximadamente seis mil negativos, actualmente en proceso de clasificación, por lo que algunas fotografías no cuentan aún con una identificación definitiva.







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El Disparate


Autor: Sergi Álvarez (Escritor y Guionista, Barcelona, España)

Buenos días, amigos del Blog de Atreyo. Atendiendo a la invitación que amablemente me hiciera el administrador de este Blog, quiero aportar mi granito de arena hablándoles del DISPARATE.

El disparate es un género que no se suele abordar demasiado, porque la comedia es difícil de abordar en literatura. No tenemos a un actor gracioso moviéndose torpemente y contando chistes. Sólo tenemos palabras. Claro que con esas palabras podemos lograr que el lector imagine a ese actor patoso y sus cómicas desventuras. Generalmente, muchos escritores evitan el relato humorístico. Les sale mucho más rentable, creativamente hablando, escribir algo más “serio”, más “triste”, que tenga un aire profundo y que deje al lector con la sensación de que ha estado leyendo algo sumamente trascendental. Eso no quiere decir que no haya grandes escritores que puedan ser serios, profundos y trascendentales, ni tampoco que haya grandes escritores que puedan ser divertidos, descacharrantes, y a la vez profundos y trascendentales, o que haya grandes escritores que sean divertidos, descacharrantes y se queden ahí porque así lo han decidido; sólo quiere decir que cada cual tiene unas aptitudes y depende de él, y sólo de él, sacarles partido.

El humor en literatura, como decía, es difícil de abordar. Lograr arrancar una carcajada al lector es una tarea ardua, y normalmente no reconocida. Y es que, la gente da mucha importancia al drama, pero no a la comedia. Se tiende a considerarla un género frívolo, a pesar de las muchas muestras que tenemos de lo contrario. No es que estemos hablando de errores de juicio, sino de prejuicios. Porque la comedia y el drama son complementarios, y están presentes en nuestra vida de forma intrínseca e indivisible. Hay matices, y todo depende de la distancia. ¿ Como era aquella fórmula enunciada por Woody Allen?: “COMEDIA ES IGUAL A TRAGEDIA MÁS TIEMPO”.

En fin, si, a pesar de todo estás dispuesto a escribir comedia porque crees que vales para ello, que tienes algo que contar, o simplemente porque te apetece, deberías tener en cuenta varios factores.

En primer lugar, debes decidir el tono que quieres dar a tu relato. ¿Va a ser una comedia negra? ¿costumbrista? ¿Un relato irónico? ¿Un disparate? Deberás adecuar tu vocabulario al tipo de comedia a tratar.

En segundo lugar, debes partir de conflictos graciosos y que tengan algo de original; pero también podéis hacerlo desde puntos de partida manidos hasta la saciedad para darles una vuelta de tuerca inesperada.

En tercer lugar, crea personajes con una marcada personalidad (o con una marcada falta de personalidad) y exaltad sus rasgos definitorios, pero no a través de la descripción, sino de sus actos y de sus palabras. Ahora enfréntalo a adversidades que choquen con su carácter.

Y finalmente: Aquí vale todo. Una vez decidido el tono y la trama, no os cortéis. Sed honestos, no os censuréis, no os preguntéis si vais a herir sensibilidades (eso siempre ocurre, y si pensamos así nunca escribiríamos nada), simplemente hacedlo. Si sois honestos con el personaje, sus motivaciones y su carácter, probablemente evitaréis ese tufillo artificial tan enemigo de la sonrisa. El humor debe ser algo fresco y sinvergüenza, y eso sólo se logra con sinceridad y humildad.  

En concreto, para escribir disparates es necesaria una mente abierta, dispuesta al juego entre la realidad del mundo y la surrealidad del personaje, o viceversa. Cuanto mayor sea la distancia entre realidad y surrealidad, más disparatada será la historia. 

Personalmente disfruto mucho con el género, y hasta en mis historias mas “serias” se me suele colar un poco de humor disparatado, no puedo evitarlo.

El cuento que leeréis a continuación (si queréis, claro. Esta murciélago es un demócrata convencido) es un claro ejemplo. Pertenece a mi serie “LOS SUEÑOS EN BREVE”, al igual que “SOÑADORES”, pero pronto veréis que el tono es totalmente distinto. No sé si os gustará, pero al menos lo habré intentado. Ahí va un retazo que pueden descargar: Vocaciones


 
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San Jordi y La Hija del Dragón



Ser hija de un dragón podría parecer un regalo del cielo, un atributo que la mitología me ha otorgado. A los ojos distantes de quienes miran y no detienen su mirada, poseo el privilegio de ser vástago de los elementos, procedo pues de la armonía de la tierra, el mar y el aire. De los dragones, se dice que somos criaturas bellas e imponentes, exuberantes y con una moral totalmente opuesta, según quienes escriban la historia de mis antepasados.

- ¿Cómo? ¿Sorprende que los dragones seamos seres también "morales"?

Mis parientes chinos, japoneses y coreanos son vistos con mirada benévola, a ellos se dirigen grandes hombres de bien hacer, de amplia y sosegada sabiduría. Ser hija de un dragón en el lejano Oriente me hubiera permitido asistir a las reuniones de medianoche entre el consejo de dragones y los ministros del Emperador. Algún osado mortal hubiera tomado el riesgo de seguir nuestra estela de fuego y escamas para hacer presa la sabiduría de nuestro encendido aliento...pero, si mis pasos me hubieran llevado más allá de la antigua Persia, mi misma naturaleza hubiera sido valorada con otros ojos. Y aquéllos que otrora me hubieran traído dones, en estas nuevas tierras no hubieran separado de sus pechos el escudo, o el tensado arco. No quieren saber. No pueden. Tienen miedo al símbolo que represento, tienen miedo de mi fuerza animal, de mi piel dura, de mi alma imperecedera...

Pensé que podría acercarme a los humanos, si mi cuerpo adquiría la mímesis del suyo: si mis manos pudieran entrecruzarse con las suyas, si mi silueta no se elevase del suelo o mi voz no modulara el origen del fuego. Ser entre ellos, en apariencia, para dejar de ser yo...La paradoja de encontrarme a través de lo que no soy: un ser humano, con alma mágica.

Conseguí un ungüento hecho de flores de calabaza y pensamientos con la capacidad de proporcionarme apariencia humana. No fue preciso más que extenderme una leve capa para perder mi brillo moteado, mi forma ancestral, mi poder, cualquier atributo. Las ninfas del bosque me proporcionaron un vestido mínimo, con el cual zigzaguear en tiempo cálido; y con la alegría de pensar que ganaría los dones de los humanos, me dirigí a una ciudad cercana de las montañas que me vieron nacer.

Descendí con la luz del sol. Una delicada tarde del mes de abril, según el calendario del romano César, y bajo el auspicio de cambio de las fases lunares y los planetas. Tras recorrer las calles, me sentí feliz al verme confundida entre el gentío, sin más temor que perderme entre la muchedumbre y no encontrar mis adoradas montañas. Tras un largo paseo, llegué a una plaza con gran algarabía de gentes y colores. Las calles estaban engalanadas con rosas y tenderetes con cientos de libros; era todo el lugar un bosque de papeles brillantes y rosas multicolor que invitaba a la alegría.

Se me acercó un adolescente, con aire desvergonzado y divertido, y me lanzó una rosa al vuelo:


- Es para ti -me dijo.

Enseguida se confundió entre los vaivenes y las risas. No le pude preguntar el por qué me obsequió esa rosa a mí, o por qué no era la única, sino una mas. Y todas ellas, mujeres de diferente edad y condición, parlanchinas y sonrientes. Fue una de ellas quién, al ver mi cara de sorpresa, me preguntó:

- ¿No es tu enamorado?

- No -respondí yo, perpleja todavía.

- ¿Por que te extraña recibir una rosa, aunque sea de manos de un desconocido? ¿Acaso no conoces la Leyenda de Sant Jordi?

Mi cara debió dar respuesta a su pregunta. Y ella, amable, me explicó que hace mucho tiempo, en un lugar del interior de una tierra fértil, un dragón se alimentaba de doncellas, y que un caballero rescató a una princesa de la muerte segura, hazaña por la cual el caballero fue loado, y la princesa adornada con una rosa roja. Finalizó sus palabras con la moralina final "y es en conmemoración de este hecho, que los hombres regalan a sus doncellas rosas; y las muchachas, libros a sus caballeros".

Ya no la escuchaba. En mi cabeza todavía retumbaba la hazaña del caballero: el asesinato de un dragón que se veía obligado a alimentarse de la carne joven para mantener su eterna juventud.

La inmortalidad solamente no era un privilegio. Por esta condena, el dragón pagó su precio. Y, yo, hija-dragón, mi herida.

No era humana. No podía estar entre humanos. Podía moverme entre ellos, participar de sus juegos y fingir que no había nada que me perteneciera más allá de la ciudad.

Sin embargo, entendí que no podía perder mi identidad. Y que, quien me quisiera, me querría por las grandezas y míseras de ser diferente e igual a cualquier criatura.

No quería ya ser humana. Tenía que ser diferente para vivir.


Autor: Judith Gómez López (30 años) España.