sábado, 10 de julio de 2010

Fallece Juan Hernández Luna, escritor de novela negra.


Fallece Juan Hernández Luna,
escritor de novela negra.

De 47 años de edad, fallece este jueves 8 de julio, de paro cardiorrespiratorio en el Hospital General de la ciudad de México, donde fuese internado por una enfermedad renal.
Nacido en 1962, se inicia escribiendo en la ciudad de Puebla principalmente como narrador. Hizo estudios de teatro y escribió poesía, pero se inclinó a trabajar más la narrativa policiaca. Colaboró para la publicación El Universal, cuya edición local mostró parte de su trabajo. En 1985 estudió teatro y cine, año en que iniciaba a contar historias y obtiene el Premio Nacional de Cuento.
Dos veces ganador del Premio Dashiell Hammett a la mejor novela policiaca: Tabaco para el puma, en 1997; y, Cadáver de ciudad, en el 2007.
Fue un promotor cultural. En el 2005, impulsa el programa denominado Literatura siempre alerta, dirigido a fomentar la lectura a los policías en el municipio de Netzahualcóyotl, en el cual incluyó textos de Gabriel García Márquez, Paco Ignacio Taibo II, Juan Villoro y Felipe Garrido, entre otros, iniciativa que concluyó en el 2009 en la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, por lo cual obtuvo reconocimientos de la Academia de la Lengua, del Centro de Investigación y Docencia Económicas y, de Scotland Yard.
Otras obras del autor son: Me gustas por guarra, Amor, Tijuana Dream, Quizás otros labios y Yodo. A últimas fechas escribía en el blog www.latinoir.com/dieznegritos.
En paz descanse.


 Editamos, publicamos y vendemos tu libro. 



viernes, 9 de julio de 2010

Sábado de Tres Mangas y las Chancletas Llenas de Ginebra

SÁBADO DE TRES MANGAS Y LAS CHANCLETAS LLENAS DE GINEBRA


Creación: Asier Triguero.
Autor de las novelas: Me Quiero Ir e Hijos del Amanecer.
Su presentación:


Estás de nuevo en esa lonja que da cobijo a los tuyos y a tu equipo, en el Shelter from the Storm, las tablas sobre la pared, los neoprenos húmedos llenos de sal y arena de la sesión de ayer colgados en las mismas perchas de siempre, la cerradura está algo dura pero han puesto cebolleta nueva en la ducha y el chorro de gélida agua sale más difuminado sobre tu cabeza.

Y piensas, aquí de nuevo, todo vuelve a empezar, bien. Esto se puede repetir las veces que quiera.

La presión de la húmeda y fría goma sobre el cuello te sube el croissant y el café de hace media hora, hay 1,7m a fuera esperándonos, marea baja subiendo y día nublado. A la tarde puede que suba a 2.2m.

Recorremos el pasillo de salida al paseo, al mar, y ahí está el pico, detrás de las terrazas. Bien, esto se puede repetir las veces que quiera.

Miramos a la derecha y está O.U metiendo la tabla en la funda apoyada sobre dos mesas libres. Acaba de salir del agua y ahora entra a trabajar. Vamos a saludarle. Dejamos las tablas en el suelo y entramos en el bar a saludar a los demás. T.S está trabajando en la barra y le dejamos la llave de la lonja. Quedamos en llamarnos a la noche para la tercera manga, ahora es la primera. Puede que se apunte a la segunda cuando termine el turno.

Caminamos hacia la izquierda mientras observamos la rompiente, bajamos por la rampa del gusano y estiramos en la arena mientras observamos la rompiente, en silencio. Trotamos hacia la orilla con la tabla debajo del brazo.

Agua de tonos plúmbeos y mercúreos a juego con el cielo, mucha gente en el agua, ningún bañista, bonitas series se acercan espaciadas avisando con su sombra allá en el horizonte, nos integramos en los turnos. Nos inflamos a coger olas. Hay un brasileño que se recrea con unos aéreos en las salidas que nos hace girar la cabeza en varias ocasiones. También lo consigue una guapa local que surfea con estilo agresivo su retro fish de cinco pies.
En una de las bajadas se me clava demasiado el canto en la pared y caigo de cabeza a la par que el labio de la ola contra el agua. Me da la sensación de que se me han movido dos muelas, pero es sólo la sensación, todo en orden, remo de nuevo hacia el pico, está no cuenta. Pasas las olas por encima justo antes de romper y notas el viento que levantan, sujetas la punta para la caída y miras hacia atrás, todo cabezas que salen de una masa verdosa y echan a remar todavía con los ojos cerrados cayéndoles chorros de agua por la cara.

Bien, esto se puede repetir las veces que quiera.

En uno de los momentos de la segunda manga, la de la tarde, el mar está algo más desordenado y con más corriente, cuesta más entrar y atravesar la zona de espuma. Llegamos al pico con el dolor típico en hombros y costillas, nos sentamos. Momento tranquilo. Miramos hacia atrás, estamos más lejos que a la mañana, está más retrasado, hay menos gente, sólo cuatro contando a nosotros dos.

Uno de esos dos de pronto empieza a remar rápido en diagonal hacia la derecha, ¿Qué coño? Si el pico está… joder. Era verdad eso de que a la tarde podía subir el tamaño, ni un minuto de descanso, hostias, ¿cuánto mide eso? Rema, sólo eso. Clavo la barbilla en la tabla y empiezo a remar, le miro a I.R que hace lo mismo, la ola se levanta hacia la derecha, oscura, vertical, empieza a romper por uno de los extremos. ¡Rema!

Hacía tiempo que no sentía esos nervios, esa adrenalina que genera un miedo que te gusta sufrirlo. Observo al tipo que salió remando antes como empieza a subir la vertical de la pared.

Hostias qué bonito, qué bonito y qué grande, que no me pille por favor, pero qué bonito, qué nervios y que no me pille, esto también se puede repetir las veces que quiera.

Pasamos la pared en los últimos momentos cuando la cresta comienza a blanquearse teniendo que pinchar la parte de arriba, notamos como la fuerza nos lleva hacia atrás y la corregimos remando mientras notamos el viento que levanta sobre la cara.

Vienen dos más, avanzamos unos metros y nos detenemos en zona segura para ver el espectáculo pasar, una misma ola para media playa, que se extiende rugiendo kilómetro y medio hacia tu derecha. Cabezas que salen de la espuma, tablas que salen disparadas hacia arriba de gente que no le ha dado tiempo a pasarla, fondo de arena revuelto que contrasta con el blanco de la espuma. Neblina de sal evaporada que cubre como un místico manto toda la superficie

Joder qué bonito, qué nervios y qué bonito.

Bajo la cebolleta de la ducha en el garaje le comento que no veía ese tamaño desde que nos metíamos con el corcho con quince años sin pensar, hubiera lo que hubiera. Él me dice lo mismo, que le había recordado a aquella época.

Queda la tercera manga, hay que quitarse la sal y la arena, cenar y cambiarse la ropa de mar por la de tierra.
Calor, oscuridad, luces de flash, brazos arriba y copas en la barra. Estoy en chancletas y todos los chorros que se desprenden de los vasos de la gente que pasa a nuestro lado me caen en los pies. Estamos cinco, hablando de las chicas del local y de las olas que va a haber mañana. Les cuento cosas de mi viaje por California. Se ponen dos chicas al lado nuestro, miro a una de ellas y me sonríe, empiezo a hablar con ella y me presenta a su amiga, me presento yo y voy hacia donde mis amigos a hacer lo mismo. “Sí, ya las conozco desde que tenían diez años – Dice O.U haciendo una pausa y mirándome con una sonrisa – hace cinco.”

Hostias. Salimos del bar con la copa en la mano y nos dirigimos a otro en el que la segunda copa te sale por sólo cincuenta céntimos más. En ese bar, que lleva acumuladas cientos de historias nocturnas, en el reservado de al lado de la pista sentadas sobre el banco hay dos chicas liándose acaloradamente, una de ellas le comienza a meter la mano a la otra por debajo de la falda. Una tercera baila cual principiante go-gó frente a ellas, de espaldas.

Pedimos. Comentamos la jugada. Estamos un rato, hablamos con gente y nos vamos a otro en el que hay más gente que conocemos. Me siguen cayendo chorros de licor en los pies.

Después de la ronda habitual, a eso de las 5 a.m nos despedimos con la intención de vernos en el agua por la tarde.

Nos cogemos un bocata de máquina en el túnel de la comida y nos sentamos en la abarrotada plaza a comerlo, viendo lo que pasa con la gente.

La marquesina de la parada de autobús tiene los cristales en el suelo, hechos diminutos añicos que reflejan la luz de las farolas. Un autobús privado de los grandes parado y sin pasajeros, alrededor de él mucha gente vestida de boda borracha y mucha policía alrededor, mucha policía y varios coches. Se llevan a algunos hacia una esquina y les interrogan, les cachean a otros que no van de traje. Uno de los policías le hace una seña al conductor y el autobús se marcha sin nadie.

Seguimos comiendo el bocata, algunos de traje se sientan en nuestro banco y hablan con unas chicas con sombreros de plumas acerca de una pelea en no sé dónde.

Terminamos el bocata y nos vamos hacia el coche, con las chancletas llenas de ginebra y pensando.

Sí, esto se puede repetir las veces que quiera.





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El fomento a la lectura de la SEP


El fomento a la lectura de la SEP
Una de las “preocupaciones principales” de la Secretaría de Educación Pública (SEP) desde sus orígenes ha sido el fomento a los hábitos de lectura. Desde aquellas misiones derivadas de la inspiración vasconceliana en la que cada maestro llevaba un cajón con 50 libros, hasta colecciones de SepSetentas, Lecturas Mexicanas o Fin de Siglo, creadas para promover la lectura.
Ahora, para el mismo efecto, lanza la colección editorial “18 para 18”, publicada por el Fondo de Cultura Económica, con un tiraje de 30 mil ejemplares, porque se cree que los jóvenes de 18 y 22 años son los que más leen. Alrededor de 14 mil ejemplares se entregarán a los bachilleratos federalizados de todo el país, más de 7 mil se integrarán a los acervos de las bibliotecas públicas y el resto será comercializado a un costo de 180 pesos por volumen y 740 el paquete de seis volúmenes.
Cada volumen contiene tres novelas breves de autores como: José Emilio Pacheco, Juan García Ponce, Rafael Bernal, José Agustín, José Revueltas, Rubén Salazar Mallén, Jorge Ibarguengoitia, Carlos Fuentes, Juan Villoro, Ángeles Mastretta, Guillermo Fadanelli, Ignacio Solares, Álvaro Enrigue y Christopher Domínguez, por mencionar sólo a algunos.
En México se leen 2.9 libros por año, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Lectura, mientras que en Brasil, 2.3; en Portugal, 8.5; en España, 7.7; y, en Alemania 12.
Este esfuerzo “extraordinario” que hace y ha hecho la SEP para modificar los hábitos de lectura y de apuntalar la calidad de la educación en México son impresionantes pero impresionantes también son sus resultados estériles debido a las “estrategias” que aplican y a sus métodos de enseñanza.
Una estrategia como la que plantean con la colección “18 para 18” me huele más a mercado que a un interés especial para promover la lectura.
Promover la lectura es una tarea titánica que no se reduce a la venta de libros, y en esta tarea deben estar implicados directamente los padres y maestros. Las librerías podrían hacer una parte creando mesas de lectura al mismo tiempo que, como estrategia, generan ventas.



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miércoles, 7 de julio de 2010

Escribir es fácil

Escribir es Fácil.


¿Ha escuchado o leído alguna vez mensajes que le causan la impresión de que escribir un libro es fácil?

Voy a sonar, quizá, muy agresivo pero me gusta ser honesto con los lectores. Circulan por allí muchos libros y sitios que, en esencia, le dicen a usted: “Escribir es fácil, sólo sigue estos 5 ó 15 pasos y serás un gran escritor.”

En realidad no creo que alguien sea capaz de enseñar a otro a escribir bien con tan sólo unos cuántos pasos, y mucho menos que alguien aprenda a hacerlo.

Comprendo que cada quién hace su lucha para ganarse los frijoles pero ofrecer un producto al comprador ingenuo (o flojo para aprender a escribir), sólo lo obliga a meter la nariz en libros oblicuos.

Títulos tales como: “Cómo Ser un Exitoso Escritor en Diez Pasos”, “Aprende a Escribir, Diseñar y Publicar tu Exitoso Libro”, realmente no le ayudará absolutamente en nada.

A menudo son ambiguos que con facilidad aconsejan “encuentre su centro” para hacer brotar su creatividad en esta disciplina, y le animan a encontrarlo. “Haga a un lado sus miedos”, dicen otros.

Me parecen más a manuales de autoayuda que intentan sugestionarle con grandilocuentes declaraciones arrolladoras que nada tienen que ver con la importancia y el oficio de escribir, ni siquiera contienen un mediocre consejo para mejorar la escritura.

Si realmente quiere aprender a escribir, prevéngase de estas vagas declaraciones de “escritores”, cuya intensión es distinta a la de afinar realmente el arte de escribir, a menos que usted piense que sí es posible aprender en diez pasos. Desde luego, algunos libros de este tipo le darán algunas pautas específicas, pero más bien encontrará frases alentadoras y sugerencias de lo que usted podría escribir para asegurarse el éxito. Ahí, todo es tan fácil de hacer que sólo tienes que tomar papel y lápiz, y lo demás se dará casi en automático… ¡sin mucho esfuerzo! De paso, su libro será exitoso y usted famoso.

Aparte de distraerlo en cosas que no le ayudan en nada para mejorar su escritura, le dicen cómo venderse.

En otras palabras, todo lo que encontrará allí son invitaciones a que usted escriba algo comerciable. Y le darán las reglas que escritores de romance siguen. Si lo que realmente quiere es el tipo de éxito que ellos le ofrecen en sus libros, entonces podrían serle de gran utilidad. Pero sepa que ello no le hará mejorar su escritura.

De cualquier modo, estoy seguro de que algo aprenderá de esos libros (todo libro enseña algo) pero dudo que realmente aprenda a mejorar sus escritos.

Los escritores que toman en serio el arte de escribir se hacen gradualmente, forjan su camino tanto como pueden, se alejan de imitar el buen estilo de alguien más. Para encontrar su propia voz, sacan y sacan punta al lápiz; leen y leen y siguen leyendo; escriben, escriben y escriben.

Un escritor se hace leyendo mucho, escribiendo, fallando, practicando, pensando, preguntándose, respondiéndose, experimentando, investigando, corrigiéndose… y también pidiendo ayuda.

Al cabo de determinado tiempo y después de haber descubierto no sólo diez pasos para mejorar su escritura sino cien o quizás mil, ha logrado escribir con más facilidad, ha comprendido el uso de las palabras, ha acumulado un gran léxico, su redacción es más fluida, se sabe de arriba-abajo las reglas gramaticales, hace uso correcto de los signos ortográficos, las conjugaciones verbales y quizá, sólo quizá todavía no se considere un escritor.

Editorial.




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jueves, 1 de julio de 2010

Presentación de Asier Triguero


“Escribir y hacer surf son dos elementos que forman parte de mi carácter, de mi personalidad, no puedo entenderme sin ellos, no quiero hacerlo.”


Presentación de Asier Triguero.
Autor de las novelas: “Me Quiero Ir” e “Hijos del Amanecer”.


En 2004 entré en la Universidad del País Vasco a estudiar Sociología, fue una buena época en la que tuve la oportunidad de conocer a gente nueva, muy buena gente con la que todavía guardo contacto y espero que así sea para siempre.
Cuando me licencié decidí complementar mi formación con un Máster en Relaciones Internacionales que amplió mucho mis conocimientos y en el que conocí a gente muy interesante de otras partes del mundo. Durante el Máster publiqué un artículo en la revista electrónica “Trabajos y Ensayos”, en el número 9 (Enero 2009), titulado “Dromocracia. La sociedad de las carreras.” Cuando me adentraba en una nueva investigación disfrutaba desarrollándola y escribiendo sobre los temas que escogía, pero eran temas con el campo acotado y unas normas de estilo a seguir propias de la disciplina.
La bibliografía aunque extensa, también era propia del ámbito y todos los días necesitaba una vía de escape literaria. Dentro de la Sociología me decantaba por Jean Baudrillard, Paul Virilio, Lipovetsky, Marc Augé, Bourdieu…
En un principio, tanto análisis de lo social hacía que mi mente me pidiera Ciencia Ficción, huida de la realidad. Leí a Huxley, todo lo que llegó a mis manos de Philip K. Dick, algo de Ray Bradbury. Luego me interesé por Charles Bukowski, tanto en prosa como poesía, por John Cheever, Haruki Murakami, Kerouac, Allen Gingsberg, William S. Burroughs, Hunter S. Thompson, Anthony Burgess…
Supongo que esta lista que se podría alargar hasta la madrugada unida a la formación recibida y a mis experiencias personales, configuran mis influencias a la hora de escribir.
Hay algo más que condiciona mi forma de escribir, no lo he incluido antes porque es algo tan potente que también condiciona mi forma de ser y mi estructura general.
El Surf.
Podéis comprobarlo echando un vistazo al blog (http://asiertriguero.com/) o leyendo mis novelas, está presente. Son historias en las que el surf y todo lo que conlleva a su alrededor está de forma latente. Aunque no es lo único, ni mucho menos.
La Música.
Otra de los elementos que configuran mi esencia desde la estructura y por lo tanto también de mi escritura es la música. Está presente en mis libros de tal forma que se podía decir que tienen banda sonora. Esto es algo peculiar, porque en la narrativa la música no puede salir como en el cine, en cualquier escena. En la escena literaria debe crearse el ambiente o la situación para que la música suene: un concierto, una radio (de bar, de coche, etc.), alguien con una guitarra…
Cada canción que aparece en escena esta introducida por un motivo del hilo argumental, tanto que en ocasiones la propia letra forma parte del argumento, como si fuera un musical.
Creedence Clearwater Revival, Bob Dylan, Johnny Cash, Chuck Berry, The Doors, The Animals, Bob Marley, Led Zeppelin, Nirvana, Alabama, Otis Redding, Muddy Waters, Rolling Stones, The Allman Brothers Band, Eric Clapton, Jefferson Airplane, Beach Boys, Jimy Hendrix, Pearl Jam…
Estos son algunos de los grupos que están presentes en la banda sonora de mis libros.
Escribir y hacer surf son dos elementos que forman parte de mi carácter, de mi personalidad, no puedo entenderme sin ellos, no quiero hacerlo.

Muchas gracias por dar oportunidades a escritores que están en los inicios.

Un fuerte abrazo.

Asier Triguero.

SUS DOS NOVELAS
Me Quiero Ir
Siete cabezas que llevan demasiado tiempo oyendo rebotar contra el córtex cerebral el grito que da título a este libro: “Me Quiero Ir”. Siete almas que emprenden un viaje de huida cada una por su cuenta desde diferentes puntos de la geografía francesa. Un padre con su hija preadolescente que comparte una misma pasión, el surf. Una madre que escapa de su hogar con su hijo de doce años ahogada en la gran ciudad y decepcionada con su vocación, la Sociología.
Una misteriosa chica pelirroja que lleva mucho tiempo huyendo de sus propios fantasmas. Un derrotado hombre de negocios que no ve otro camino en su vida que la desidia y la entropía.
Todos huyen en un mismo tiempo y espacio, cada uno a su forma, cada uno como puede. Como Noah, un señor de 75 años que tiene un negocio de reparación de electrodomésticos. Él es el único de ellos que ha oído un grito diferente brotar desde su interior:
“Me tengo que ir.”
Pereza, rutina, conformismo, falsedad…si un ciclo en tu vida acabase, si agotases toda tu energía vital, si no tuvieses nada más que hacer en un lugar.
¿Entrarías en caída libre o dirías “Me Quiero Ir”?

Hijos del Amanecer
Hijos del Amanecer es un grito desgarrado en contra de un estado del alma humana, es un canto a un estilo de vida a parte de todo lo establecido. Es la necesidad vital de encontrar algo diferente en medio de un océano de farsa, entropía y engaño.
A través de la metáfora y el juego que da la ficción de suponer un deteriorado mundo actual dentro de cinco años, con los problemas actuales agravados exponencialmente, esta obra nos narra dos historias paralelas a través de una magnífica banda sonora.
La experiencia de Hank, un desubicado ciudadano del mundo que a sus treinta y dos años emprende una extraña y difusa misión de cooperación con las Naciones Unidas en el Norte de Taiwán que le llevará a descubrir aspectos que escapan a la percepción del común de los mortales.
Y la de Anne, una introvertida niña de doce años que dentro de ese océano de artificialidad que es el mundo, piensa y actúa de una forma que escapa a la comprensión de la mayoría, menos a la de su padre.
Cuando hablamos de los hijos del amanecer, lo hacemos de todos nosotros, lo hacemos de las sensaciones naturales que nos acompañan a cada uno desde la noche de los tiempos, desde aquel primer amanecer, hablamos de la entrega al espacio vivenciado del frenesí y del más bello desorden.
Un viaje al centro de la esencia humana, una bofetada al pensamiento único y sobre todo una llamada a la conservación incondicional del único derecho inalienable: la libertad de ser quienes queramos ser.



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