viernes, 27 de noviembre de 2009

La Nueva Gramática

¡LA NUEVA GRAMÁTICA!


La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española presentan la Nueva gramática de la lengua española.

El día 10 de diciembre, a las 12 horas, en la sede de la Real Academia Española, SS. MM. los Reyes presidirán la presentación oficial de la Nueva gramática de la lengua española.

 La Nueva gramática, publicada por Espasa, estará a la venta a partir del próximo viernes 4 de diciembre. Es la primera gramática académica desde 1931 y ofrece el resultado de once años de trabajo de las veintidós Academias de la Lengua Española, que aquí fijan la norma lingüística para todos los hispanohablantes.

Ignacio Bosque, académico de la Española, ha sido el ponente de una obra que implica una enorme labor de documentación e investigación. Una Comisión Interacadémica, formada por representantes de todas las áreas lingüísticas, ha coordinado los trabajos.

Un mapa del español

La Nueva gramática de la lengua española pretende ofrecer un mapa del español en todo el mundo, una representación a escala de su estructura. Se caracteriza por ser una obra:

• Colectiva. Ha sido elaborada por las veintidós Academias de la Lengua Española y muestra el español de todas las áreas lingüísticas con sus variantes geográficas y sociales.
• Panhispánica. Refleja la unidad y la diversidad del español.
• Descriptiva. Expone las pautas que conforman la estructura del idioma y analiza de forma pormenorizada las propiedades de cada construcción.
• Normativa. Recomienda unos usos y desaconseja otros.
• Sintética. Conjuga tradición y novedad. Presenta una síntesis de los estudios clásicos y modernos sobre la gramática del español.
• Práctica. Fija un punto de referencia para estudiantes y profesores del español en diversos niveles académicos.

Se articula en tres partes:

I. Cuestiones generales, donde se describen las partes de la Gramática, las relaciones entre ellas y las unidades fundamentales del análisis gramatical.
II. Morfología, que analiza la estructura interna de las palabras.
III. Sintaxis, que analiza las estructuras que se crean en función de la forma en que se ordenan y combinan las palabras.

Durante 2010 está prevista la publicación del tomo de la fonética y fonología, que irá acompañado de un DVD con muestras de la pronunciación del español de las diferentes zonas.

La construcción de la Nueva gramática se apoya en un amplio repertorio de textos de muy diversa índole (literarios, ensayísticos, científicos, periodísticos y orales). La nómina de textos citados es una de las más extensas de cuantas se hayan usado en un estudio lingüístico sobre el español.

Para adecuarse a las distintas necesidades de sus destinatarios, se presenta en tres versiones:

  • Nueva gramática de la lengua española. Recoge el texto completo y detallado. Puede usarse como obra de consulta general y como texto de estudio en el nivel universitario.
  • Manual. Un volumen de 750 páginas, conciso y didáctico, dirigido especialmente a los profesores y estudiantes de español en los niveles no universitarios y a todos los hispanohablantes de nivel culto medio. Se presentará en el V Congreso de la Lengua Española.
  • Gramática básica. Un volumen de 250 páginas, pensado para el gran público y fácilmente adaptable al ámbito escolar, que presenta, muy simplificados, los conceptos fundamentales. Aparecerá a finales de 2010.

El objetivo de las Academias es conseguir que la Nueva gramática, en sus diferentes versiones, llegue a todos los hispanohablantes: a los usuarios y a los especialistas e investigadores; a los que tienen el español como primera o segunda lengua, y a los profesores de español en los diversos niveles académicos.

Fuente e imagen:

http://www.rae.es/rae/gestores/gespub000016.nsf/voTodosporId/879EEE3982B5EBAFC12571640038E4E2?OpenDocument


Descarga aquí el compendio de la Nueva Gramática de la Lengua Española



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martes, 24 de noviembre de 2009

Nuevos Textos [Boletín 003]





Tenemos nuevos textos en nuestro blog


El Blog de Atreyo



La Lectura Como Medio de Conquista por Anselmo Bautista.

No es que yo sea un consumidor de libros pero por lo menos manifiesto mi ignorancia sobre aquellos autores que ni siquiera conocía y que, como asiduo lector, se supone debí haber leído; me refiero a los clásicos, a los que ningún lector digno de llamarse tal debe dejar pasar.

Poetisa – Un extraño caso. Jorge Gómez nos explica la confusión de la palabra "Poetisa".

"La poetisa fea, cuando no llega a poeta, no suele ser más que una fea que se hace el amor a sí misma."

Entendiendo la Alfabetización, un texto de Rosana Beatriz, Licenciada en Educación, desde Argentina.

La alfabetización tiene que ver con ese proceso mediante el cual un sujeto es incorporado al uso de la lengua y se apropia de ella.  El lenguaje crea ideología, crea pensamiento, crea subjetividad, crea cosmovisión y parte de ella. Este proceso era concebido como privativo de la educación escolarizada, y sabemos que no es así.

El Caín de José Saramago, por David Ricardo.

"Dios no es de fiar", insistió el premio Nobel de Literatura. "No me interesa nada la lectura simbólica. Me interesa la letra del texto: la Biblia es un manual de malas costumbres, crueldad infinita, incestos y carnicerías", expresó.

Un Singular Centro de Lectura, texto de Anselmo Bautista López.

Excretar es una necesidad orgánica. La avidez por la lectura también es una necesidad orgánica. Las tripas exigen evacuar; el cerebro lector exige letras.








ditorial Atreyo

Anuncia su próxima publicación

La Sátira de Albondiguita

Del escritor Leandro Bazán



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domingo, 22 de noviembre de 2009

Un Singular Centro de Lectura



Excretar es una necesidad orgánica. La avidez por la lectura también es una necesidad orgánica. Las tripas exigen evacuar; el cerebro lector exige letras.





Un singular centro de lectura.

Por: Anselmo Bautista López.



Nunca me había preguntado por qué me gusta tanto leer en el baño cuando estoy haciendo mis necesidades fisiológicas. Pero ahora me cae como una tromba: ¿Por qué lo hago?

Siempre he pensado que para leer cualquier lugar es bueno: acostado en la cama, sobre una silla con la espalda derechita, en la banca de un parque, en la azotea, en el transporte. Como también he pensado que los libros deben tener un lugar exclusivo, de preferencia un librero, cuya utilidad exclusiva es la lectura y el aprendizaje; mientras que los periódicos pueden estar en cualquier lado y tener diversos y muy variados usos según la persona cuya lectura se acostumbra por las mañanas y debe entrar por los ojos. ¿Pero en el baño?

Para dar respuesta a mi pregunta tuve que cuestionarlo a mi psicoanalista Freud (porque los psicólogos modernos no están interesados en esto) Me dijo que en la vida, en nuestra etapa de desarrollo, hay un periodo en el que experimentamos satisfacciones reteniendo el excremento al cual le llamó: Fase Anal. Eso me puso los pelos de punta y mentalmente me ordené nunca volver a leer en el baño. Continuó diciendo que para el niño, el excremento representa un símbolo de independencia cuando logra defecar por sí solo en su bacinica sin la ayuda de su madre. Es un momento de libertad porque dice NO a la autoridad materna y de paso obtiene una cierta ganancia de placer reteniendo su necesidad.

Quedé medio espantado por la explicación que me dio este barbón. Supone que las personas que vamos al baño y nos quedamos leyendo largamente, somos personas con tendencias al placer anal. ¡No, no, no! ¡Que a mí me gustan las mujeres! ¿O será verdad que yo también llevo un "putito" dentro? No lo creo.

No creo que leer en el baño sea un problema, ni una manía o un hábito, porque entonces diremos que defecar también lo será. Excretar es una necesidad orgánica. La avidez por la lectura también es una necesidad orgánica. Las tripas exigen evacuar; el cerebro lector exige letras.

Es desesperante entrar al baño en casa ajena y no encontrar algo qué leer, ni siquiera un cubo Rubik para romperse la cabeza. No me gusta usar baños ajenos a menos que mi necesidad sea urgente. Cuando esto sucede agarro los frascos de champú y me entero qué es lo que se están echando en la cabeza o bien examino el grabado del papel sanitario y su textura e imagino qué imágenes dejaré grabadas ahí. Tengo necesidad de entretenerme en algo si no hay nada qué leer.

Seguramente los que leemos en el baño lo hacemos por distintos motivos. Habrá quienes lo hagan para distraerse y olvidar por unos momentos lo que estaban haciendo. A los animales les toma sólo unos segundo para distraerse; para nosotros, en mi caso, se vuelve un ritual muy elaborado porque necesito cierta cantidad de lectura o bien cierto tipo de lectura. Finalmente, mi psicoanalista Freud tiene algo de razón: ir al baño y leer es, sin que sea una regla absoluta, conseguir algún tipo de placer.

Regularmente me llevo al baño el libro que actualmente esté leyendo y lo vuelvo a sacar tan pronto termine. Retirar el libro del baño sí que se ha vuelto un hábito. Antes los dejaba ahí mismo hasta que mi esposa comenzó a tirarlos al cesto de la basura, lo cual le valió un ojo morado y a mi unas horas tras los barrotes. ¡Ah, no se crea! Eso de los barrotes no es verdad pero lo del ojo morado sí.

También retiro los libros porque hubo un tiempo en que se me extraviaban del baño y mermaban mi colección. A mis invitados les daba por llevárselos para terminarlos de leer cómodamente en sus propios baños.

El baño puede ser un gran recurso para los escritores tímidos. Sí, esos que escriben sólo para ellos mismos pidiendo a gritos ser leídos y escuchar opiniones. O bien, para aquel que desee publicar su obra pero no se atreve acercarse a alguna editorial.

Aquí hay algunos consejos:

Deja en el baño algunas cuartillas como por descuido. Invita a las personas que quieras que te lean. Para asegurarte, dales algo que les obligue a ir al baño, de preferencia algo que les haga tardar. Si salen y no te dan su opinión significa que no lo leyeron, o que lo leyeron y no les interesó; o que lo leyeron y mejor se guardan sus opiniones. O bien saldrán sorprendidos o mofándose de ti. Debes considerar todas estas reacciones y estar preparado para responder con cordura.

Si conoces a algún editor o tienes amistad con alguno, has el mismo procedimiento invitándolo a comer a tu casa. Existe la posibilidad de que te edite.

Si has publicado un libro y no has vendido un solo ejemplar, el baño puede ser un singular centro de lectura del mismo, tal vez se lo lleven a casa para terminarlo. El más decente te dirá: ¿Me lo prestas? Por lo menos habrás conseguido ser leído y quizá te hagan propaganda. De cualquier modo tu libro acabará en otro baño donde tendrá otros lectores y alguno se lo llevará igualmente a su casa. Así lograrás que circule y tendrás más lectores. El riesgo que corres es que tu foto de la contraportada termine con bigotes.

Si has de hacerlo asegúrate de tener suficiente papel sanitario, no sea que encuentres las páginas echas bolita en el cesto y pegues el grito: ¡Cuánta incultura, por Dios!

¡Ah! Olvidaba decirte. Antes debes retirarles sus celulares no sea que se distraigan jugando el famoso pac man o enviando mensaje encriptados.

-¡Oye, qué bueno está tu libro!

-¿Oh, sí? Gracias… ¿Por curiosidad, dónde lo obtuviste?

-Leí unas páginas en el baño de la casa de Beth y lo terminé en la mía, pero ya ha desaparecido.

Yo prefiero, ahora, dejarles revistas de esas superfluas, uno de crucigramas y un periódico. ¡Ah! Y una nota que dice: "Las revistas y el periódico son para leer, NO para enseñar a leer".

Estimado lector, si algún día me honra a visitar su casa, le suplico tenga algo qué leer en su baño, cualquier cosa, excepto Notas Rojas o Amarillas.




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jueves, 19 de noviembre de 2009

El Caín de José Saramago



"Dios no es de fiar", insistió el premio Nobel de Literatura. "No me interesa nada la lectura simbólica. Me interesa la letra del texto: la Biblia es un manual de malas costumbres, crueldad infinita, incestos y carnicerías", expresó.




POLÉMICA. El escritor provoca nuevamente

a los fieles católicos (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )



El Caín de José Saramago



David Ricardo.





EL UNIVERSAL
MARTES 03 DE NOVIEMBRE DE 2009
http://www.eluniversal.com.mx/cultura/60950.html


El escritor portugués José Saramago presentó ayer Caín, una nueva y polémica revisión sobre el contenido de la Biblia, que calificó de ser un manual de malas costumbres y aseguró que su motivación para seguir escribiendo es desasosegar.
Apenas un año después de la publicación de El viaje del elefante, Saramago, de 86 años, regresa con una obra que indaga en los orígenes más remotos del hombre, según el Antiguo Testamento.
"Hay un aborregamiento de la sociedad actual", dijo Saramago en la presentación del libro en la Casa de América de Madrid y agregó "no escribo para agradar. Escribo para desasosegar".
Con más de 30 mil ejemplares vendidos desde su publicación hace dos semanas en España y Portugal, Caín (Alfaguara) levantó una enorme polvareda de críticas de la iglesia católica portuguesa, muy molesta con el libro.
Saramago explicó que la jerarquía eclesiástica se ha pasado años interpretando la simbología de la Biblia, pero se ha olvidado del contenido real, que, en su opinión, muestra un Dios cruel que toma decisiones arbitrarias.
"Dios no es de fiar", insistió el premio Nobel de Literatura. "No me interesa nada la lectura simbólica. Me interesa la letra del texto: la Biblia es un manual de malas costumbres, crueldad infinita, incestos y carnicerías", expresó.
Lectura simbólica
Caín sigue la línea abierta por Saramago en 1991 con El Evangelio según Jesucristo, otra polémica novela.
En este caso, partiendo de la historia entre Caín y Abel, el escritor muestra su particular visión sobre algunos de los episodios más significativos del Antiguo Testamento: el abortado sacrificio de Isaac por Abraham, la destrucción de Sodoma y Gomorra, la batalla de Jericó o el diluvio universal, entre otros.
"Todos creen haber leído la Biblia, pero no la hemos leído. La lectura simbólica está hecha para mentir", añadió. "La historia de la humanidad es la historia de la muerte del hombre. El hombre siempre está muriendo".
Precisó que la lectura de Caín no está reñida con la fe de la gente, que, dijo, respeta en lo más profundo. Además, afirmó que no piensa amedrentarse ante las críticas y que, cerca de cumplir 87 años, tiene cuerda para rato.
"Mi mensaje para los lectores es que no se preocupen. No voy a desistir. Tengo poca vida para vivir. La usaré para ensanchar la acción pública de mi trabajo", precisó el escritor.
Más de la controversia
Cuando Dios decidió quemar Sodoma porque los hombres "tenían gustos sexuales muy suyos", pactó con Abraham que si encontraba a 10 inocentes salvaría la ciudad. Pero Dios la quemó, "no se enteró de si había 10 u 11", ni siquiera se dio cuenta de que olvidaba a los niños, inocentes todos de ese "pecado". Por eso, "Dios no es de fiar", indica el escritor.
Han pasado sólo dos semanas desde que el 19 de octubre llegara a las librerías Caín, la nueva novela del Nobel de literatura y la polémica está servida, pues el libro levanta ampollas en su país natal, donde un eurodiputado conservador llegó incluso a pedirle que renunciara a su nacionalidad y la conferencia episcopal tampoco ha permanecido inmune ante la particular ironía de Saramago.
Curtido en estas situaciones, Saramago no pierde la calma y afirma, con voz pausada y firme, que entender Caín no es incompatible con ser creyente.
"Entiendo que una persona crea, pero que no cierre los ojos. La fe pertenece a otro dominio. Yo uso mi razón", dijo.
Al hablar por primera vez de la novela, el autor describió la Biblia como "un manual de malas costumbres" y que en el texto sagrado del cristianismo hay "una crueldad infinita, no faltan los incestos y las carnicerías" y se pueden contar más de un millón de asesinatos.
"La historia de la humanidad es, en el fondo, la historia de la muerte", afirmó el Nobel. El problema es que "nosotros hemos inventado a un Dios a nuestra imagen y semejanza, no al revés y por eso es tan cruel". El hombre inventó a Dios y luego se esclavizó a su ley, afirmó.
En casi 200 páginas, Saramago propone un viaje en el tiempo de la mano del primer fraticida y según él, Dios es el verdadero "autor intelectual" del crimen.
El autor confesó que le sorprende el revuelo generado por Caín en Portugal y que no entiende la reacción de la Iglesia, que es "como los perros de Pavlov", responde inmediatamente al estímulo sin ni siquiera haber leído el libro.
El escritor aseguró que tiene "cuerda para rato" y adelantó que en su próximo libro arremeterá en contra de la industria del armamento
Caín saldrá a la venta en América Latina a lo largo de este mes con una tirada inicial de 130 mil ejemplares.






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Entendiendo la Alfabetización

 


"Leer quiere decir también otorgarse el derecho de juzgar lo que se lee."

Cornelius Castoriadis





Entendiendo la alfabetización.

Rosana Beatriz Fisichella
Licenciada en Educación y Profesora del Dpto. de Pedagogía de la Universidad J.F. Kennedy
Buenos Aires - Argentina




Para definir la alfabetización o determinar el significado de comprensión lectora, debemos definirlos en términos históricos. Hace doscientos años, tal vez saber firmar era suficiente; cien años después, los rudimentos de la lectura y la escritura alcanzaban para el desempeño  general del común de la gente. Estos tiempos exigen de un ser alfabetizado, procesos más complejos que tienen que ver con:

  • La lectura y escritura de la realidad, no sólo de textos.
  • Soportes más sofisticados (Internet, video, cine, publicidad, marketing, etc.)
  • El establecimiento de relaciones entre los distintos componentes de la realidad.
  • La  magnitud de información que recibe una persona en un año supera a la que el hombre de la antigüedad recibía a lo largo de toda su vida., valorarlos, compararlos, criticarlos, tomar posición ante ellos.
  • La capacidad de relacionar diferente información y que además puede provenir de diferentes lenguajes y soportes.
  • La capacidad de buscar información y relacionar textos que nos permitan profundizar en la bibliografía, sean estos libros o páginas de la Web (lo hipertextual)
Es  casi  inevitable  decir  que  cuando  se  lee  se  comprende,  sino  ¿para  qué  leemos?

Por otra parte, dentro de la escuela, la escritura y la lectura han perdido su valor comunicacional. Se lee para responder al diseño curricular, para tomar oraciones y analizarlas sintácticamente, para extraer ideas principales de textos que, además ya vienen resumidos y sintetizados en muchos casos, tornando muy dificultoso, aún para lectores expertos, categorizar ideas. Si cambiamos la concepción de la lectura, si nos posicionamos desde otro lugar, se irán planteando cambios en varios sentidos. Cambios  a nivel de las estrategias, de los tiempos destinados a la lectura, de espacios físicos, de dinámicas grupales, etc. Pensamos que el material de lectura debe ser un recurso para la solución de problemas escolares y de la vida cotidiana. Lo que se repite en muchas prácticas es que los materiales de lectura se adaptan  a  la escuela (a los contenidos, a los tiempos, a la psicología cognitiva, a la didáctica, etc.) y lentamente hay que ir pensando en estas cuestiones naturalizadas, para modificarlas. Al momento de leer, cualquier texto es válido, obviamente si el contenido lo es.

No se concebía la lectura independientemente de la comprensión. La lectura como decodificación, como comprensión y como actividad placentera es un problema actual. Ahora bien cómo lograrlo a sabiendas de que la necesidad antecedió a la oferta educativa. La escuela está intentando hacer frente a una realidad para la que no se había preparado. Desde este punto de vista, la tarea docente es una apuesta a futuro y aquí pareciera que no logramos alfabetizar para lo ya pasado.

El niño-alumno-usuario-ciudadano actual necesita de otras competencias lectoras.

Otra cuestión no menos importante, tiene que ver con el acceso a la lectura y las posibilidades de inclusión social. Vivimos en un mundo en donde el conocimiento no es sólo capital simbólico, o parte del capital cultural. Es quizás el valor que marca la diferencia, aunque no es garantía, entre estar en una posición socio-económica o no. Entonces la escuela se convierte así en una segunda oportunidad frente a la exclusión. Dice Tomás Eloy Martínez: "mientras el venturoso castellano vierte sobre nosotros océanos de información por procesar y de libros por leer, la globalización engendra a la vez abismos de desigualdad. Allí donde el silencio reemplaza a la lengua, los seres humanos están condenados a ser menos humanos".

Leer y estudiar en los tiempos de la Internet, aún cuando no se disponga de ella en la escuela, implica ayudar a nuestros alumnos a desarrollar estrategias para definir el objeto de una búsqueda, para hacer búsquedas apropiadas y seleccionar y organizar lo buscado y desde allí adoptar posturas críticas ante lo leído.

La alfabetización tiene que ver con ese proceso mediante el cual un sujeto es incorporado al uso de la lengua y se apropia de ella.  El lenguaje crea ideología, crea pensamiento, crea subjetividad, crea cosmovisión y parte de ella. Este proceso era concebido como privativo de la educación escolarizada, y sabemos que no es así. Esa escuela homogeneizadora que trasmite un lenguaje común, que no acepta las diferencias conduce a que la cultura que cada miembro porta no pueda ser incluida, reconocida, legitimada en la escuela, entonces debe ser ocultada. Luego entonces si partimos de la hipótesis de que se aprende desde lo que se sabe, y que cada nuevo aprendizaje no es más que una reconstrucción de los viejos, entonces no tenemos desde dónde anclar lo nuevo que le vamos a enseñar a nuestros alumnos.

Ciertamente tenemos escuelas modernas con maestros modernos y alumnos posmodernos con problemas posmodernos que van a vivir en un mundo diferente al conocido por nosotros. Los maestros hemos aprendido a leer apoyándonos en la memoria y en la lectura global. Pero ocurre que nuestros alumnos no tienen capacidad de evocación porque desde hace aproximadamente veinte años que hacer estudiar una poesía de memoria era algo así como una "herejía didáctica" y  se supone que han aprendido por descubrimiento. Tampoco tienen una visión global porque viven en la cultura del zapping, de la imagen fragmentada. Tal vez tengamos que pensar que la manera de acceder al aprendizaje de la lectura que nos fue útil a nosotros, no lo sea con estos niños y jóvenes. Pero en cambio podemos aprovechar el hecho de que la mirada fragmentaria y el aprendizaje por descubrimiento les  permite identificar palabras clave con rapidez, decodificar las imágenes –actividad en la cual poseen mucho entrenamiento- y inferir procedimientos –pensemos en los jueguitos electrónicos- se convierten en insumos altamente positivos para la lectura. ¿Qué obtendremos si nos apoyamos en esos saberes y abandonamos las estrategias que se sirven de aprendizajes poco construidos, y que nos seducen porque es lo que conocemos?





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Poetisa - Un extraño caso


“La poetisa fea, cuando no llega a poeta, no suele ser más que una fea que se hace el amor a sí misma.”




Poetisa – Un extraño caso.
Jorge Gómez Jiménez


Hagan la prueba. En la próxima tertulia literaria a la que asistan, escojan a cuatro o cinco chicas que escriban poesía y salúdenlas alternativamente: “¡Cómo está, poeta!” o “¡Cómo está, poetisa!”. Les advierto que podrían terminar siendo los menos populares en la sala.

La palabra poetisa se ha vuelto polivalente. Las mismas autoras que, además de hacer literatura, participan activamente de la lucha por los derechos de la mujer (largo rodeo porque no quiero usar el término feminismo), no se ponen de acuerdo. Para una mitad, decirles poetisa es ofensivo porque consideran que la palabra las minimiza. Para la otra mitad, lo ofensivo es decirles poeta porque, al parecer, les niega su derecho a tener un sustantivo femenino que las nomine. Una amiga poeta me dijo en una ocasión que detestaba que la llamaran poetisa porque sentía que le estaban diciendo algo como choferesa.

Sobre este extraño caso explican los académicos mexicanos que las confusiones empezaron con Nebrija, en 1492, cuando en su Diccionario dictaminó que poeta debía funcionar igual para chicos y chicas. Pero la forma realmente discriminatoria la empleó Leopoldo Alas, Clarín, en 1881, cuando escribió:

“La poetisa fea, cuando no llega a poeta, no suele ser más que una fea que se hace el amor a sí misma.”


Poetisa que no llega a poeta. Ignoro si hubo voces de protesta en su momento, pero los ecos de Nebrija y Clarín han llegado hasta nuestros días en la forma de ceños fruncidos y no pocos destemplamientos. En la mayoría de los casos se olvida el asunto de fondo: independientemente de que sea hombre o mujer, ¿escribe usted poesía o simplemente escribe poesías? Pero, claro, ya eso es profundizar demasiado en subjetividades.

Uso con preferencia la palabra poeta para referirme a ambos sexos. Ya lo usaba así Rosalía de Castro en 1959, según los datos de los mexicanos. Y, en las tertulias, pues simplemente las llamo por su nombre, y caso resuelto.




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sábado, 14 de noviembre de 2009

La lectura como medio de conquista



No es que yo sea un consumidor de libros pero por lo menos manifiesto mi ignorancia sobre aquellos autores que ni siquiera conocía y que, como asiduo lector, se supone debí haber leído; me refiero a los clásicos, a los que ningún lector digno de llamarse tal debe dejar pasar.


 

La Lectura como medio de conquista.

 Por Anselmo Bautista López.



Llevo mucho libros leídos… pero leídos por otros porque lo que es yo, los llevo derechito a la hoguera del boiler.

¿Cuántos de los que ahora mismo me leen han mentido haber leído libros que en su vida han tocado ni el título con la mirada?

Yo mismo me he topado con personajes de esta magnitud: tan profundamente hábiles para mentir. Y es que al parecer, dar la impresión de que se es un buen lector es enviar el mensaje de alta cultura. Aunque yo más bien diría que es de baja "costura" porque ni a remiendo llega.

No es que yo sea un consumidor de libros pero por lo menos manifiesto mi ignorancia sobre aquellos autores que ni siquiera conocía y que, como asiduo lector, se supone debí haber leído; me refiero a los clásicos, a los que ningún lector digno de llamarse tal debe dejar pasar. Confieso ser un mal lector porque de alguna manera he preferido a los autores desconocidos, que a lo mejor sólo en su casa saben que escribió un libro.

Creo entender el motivo por lo que estos charlatanes alardean haber leídos libros que en su vida han ojeado: para impresionar a otro/a de su mismo sexo o bien para lucir inteligente y culto, sexualmente atractivo/a frente al sexo opuesto.

No encuentro ningún problema que mientan de haberse atragantado las hojas de éste o aquel libro. Lo preocupante es cuando sueltan oscuras citas, lo cual considero de alto riesgo para el oyente que va memorizando como verdadero todo el embuste.

Yo mismo, de estudiante, hice uso de esa práctica sobre todo para la conquista. Hasta los mismos profesores quedaban apantallados. Hasta el día en que una "sabrosita" me puso en mi lugar.

Me habló de obras de George Orwell, León Tolstoi, Shakespeare, James Joyce, Stephen Hawking, Proust, Octavio Paz, Carlos Fuentes y un tal, Mandinga.

-¿No has leído a Mandinga?

-¡Oh, sí, por supuesto! Es el autor de "El Vendedor más grande del mundo". ¿Quién no ha leído ese libro?

-¡No! Mandinga.

-¡Ah! Perdón. Creí haber escuchado Mandino. Pero claro que también lo he leído.

-¿Qué obra te ha gustado más de él?

Me le quedé mirando, más que mirando, pensando en qué diablos iba a contestar.

-Por el momento no recuerdo el título, pero sí una hermosa frase: "Nadie merece tus lágrimas y quien las merezca jamás te hará llorar."

-Tu inteligencia me ha dejado impresionada pero te voy a pedir que jamás te vuelvas a acercar a mí.

-¿Pero por qué? ¿Causa, razón, motivo, excusa?

-Porque eres un charlatán. En primera Mandinga no existe como escritor sino como un grupo étnico del África Occidental y por lo tanto, la frase que citas no corresponde a Mandinga sino a Gabriel García Márquez, el cual, por cierto no conoces; y, en segunda, veo que conoces a Og Mandino, el cual no es de mi agrado.

Para estos embusteros, realmente no sé qué sea mejor, si admitir de plano y con toda la sinceridad no haber leído nunca el libro en cuestión, o bien, echar a perder la velada citando a Og Mandino o Cohelo.




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sábado, 7 de noviembre de 2009

Dignidad Pickwickiana


Introducir el concepto de taxonomía en la esfera del humor. ¿Se puede acaso establecer tipologías, clasificar, un concepto tan ambiguo, tan amplio, tan subjetivo, como el humor?



DIGNIDAD PICKWICKIANA



Todos os tendemos a categorizar; establecemos categorías y encontramos ejemplares que, a nuestro juicio, se adecúan a ellas. A continuación subcategorizamos y seguimos el mismo proceso pero en un estrato jerárquicamente inferior. Y lo hacemos por una mera razón: porque simplifica las cosas. Es un mecanismo que proporciona un tremendo ahorro cognitivo. Agrupar y establecer relaciones hacen más sencillo todo. ¡Tranquilos!, tranquilos, voy a dejar ya esto, no pretendo escribir un artículo sobre la psicología del pensamiento. ¿Entonces a que viene está soporífera introducción?

Viene a cuento porque voy a intentar, en cierto sentido, introducir el concepto de taxonomía en la esfera del humor. ¿Se puede acaso establecer tipologías, clasificar, un concepto tan ambiguo, tan amplio, tan subjetivo, como el humor? No creo que se pueda llevar a cabo esta tarea, al menos de una manera intensiva, extensiva y científica. Sin embargo, todos conocemos el humor irónico, el humor negro, el humor escatológico y demás ejemplos que se adscriben al concepto más abstracto de “humor”. Yo creo haberme dado cuenta de la existencia de un tipo de humor con unas características muy peculiares, tan peculiares que es posible que no constituyan una subcategoría con entidad propia (tal vez no sea más que la mezcla de diferentes tipos de humor), pero yo la voy a tratar como tal. Lo llamaré humor Pickwickiano. Ah, y por cierto: es mi favorito.

Hace poco terminé una novela de Charles Dickens, la primera que escribió: “Los papeles póstumos del club Pickwick”. Me la llevaría a una isla desierta. Es una de las mejores experiencias literarias que he tenido. ¿Es por su profundidad ideológica, por el penetrante aroma filosófico que desprenden sus capítulos? No, no es un libro que pueda constituir un pilar sobre el que se asiente una vasta edificación intelectual. ¿Es por su exquisita prosa, por su excelencia estilística? No, es un libro directo, ameno, poderosamente descriptivo pero poco ornamentado. ¿Entonces porque dicha novela me ha podido marcar tanto? Por una simple razón: es posiblemente el libro que más me ha divertido, que más me ha hecho disfrutar. La obra tiene como única (o principal) meta entretener y vaya si lo consigue. El divertimento por el divertimento. Hay que decir que el entretenimiento como fin artístico está injustamente devaluado. Compadezco a aquellos que, por ejemplo, no ven arte en una comedia de Billy Wilder porque sus ojos se esconden tras los opacos vendajes del intelectualismo; aquellos que sólo pueden identificar lo sublime con lo serio.

La novela plasma las crónicas de las peripecias de Samuel Pickwick, presidente del club Picwick, y sus compañeros del club (los Pickwickianos) en su aventura del saber. En todo momento se nos describe (a través de las actas del Club Pickwick) al señor Pickwick como un sabio, un “hombre inmortal”, fuente inagotable de conocimiento, además de un inigualable referente moral. Es un hombre, además, con un exacerbado sentido de la dignidad y el orgullo personal. En este punto, en la dignidad pickwickiana, nace mi particular concepción del humor pickwickiano. Dickens durante más de mil páginas nos narra como un hombre de tal altura se ve envuelto en diversas situaciones de lo más absurdas y rocambolescas. Ahí está la clave: pienso que el contraste entre la intachable y solemne dignidad del personaje y el esperpento de los hechos y de los actos es el epicentro del mejor humor. El humor Pickwickiano nace del contraste, una especie de dialéctica humorística que conduce irremediablemente a una hilaridad visceral.

Me puse a pensar y me di cuenta de que el humor pickwickiano no sólo se encuentra en el propio Picwick. Por ejemplo, un escritor que me encanta es Eduardo Mendoza. Es un magnífico gestor del lenguaje, alguien con una escritura virtuosa y dinámica. Al margen de sus magníficas novelas “serias” (ej: La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios, etc.) escribió una trilogía descacharrante: El misterio de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas, El tocador de señoras. Libros todos ellos profundamente diuréticos. ¿Y que los hace tan graciosos? El mero hecho de que el protagonista, un auténtico impresentable (paciente psiquiátrico, ladrón, etc., etc.) habla y describe (las novelas están escritas en primera persona) las delirantes y patéticas situaciones que vive con el lenguaje de James Joyce; una especie de cruce entre El Vaquilla y Dostoievski. Tampoco hace falta focalizar el esfuerzo analítico en la literatura. Miremos al cine, un ejemplo actual: Leslie Nielsen (el protagonista de pelo blanco de películas como Aterriza como puedas, o la saga de Agárralo como puedas). ¿Qué hace que ese tío sea devastadoramente gracioso (por lo menos a mí me lo parece)? Efectivamente: su humor pickwickiano: la constante oposición entre su rictus serio, su dignidad y las monumentales chorrdadas que constituyen todas y cada una de sus acciones. Por cierto, ¿Charlot sería un icono universal del humor si el genial Chaplin no le hubiese conferido su inquebrantable dignidad? ¿Qué pensáis? El contraste es la clave. Al fin y al cabo, otras formas no pickwickianas de humor (aunque muy similares) como el sarcasmo y la ironía también tienen su génesis en el contraste.

Volviendo a “Los papeles póstumos del Club Pickwick”. Hace tiempo en un documental, que no recuerdo siquiera de que trataba, una persona dijo una frase que se me quedó grabada en la memoria: es tan insólito poder afirmar que algo o alguien te ha hecho feliz. Sí: es tan insólito que un libro te haya hecho feliz…






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jueves, 5 de noviembre de 2009

Los Hombres No Lloran

Me cansé de escuchar: "los niños no lloran", ¿Por qué los niños no pueden llorar y las niñas si?

Incansablemente busqué una respuesta que lo pudiera justificar, pero no tuve suerte, no encontré nada que pueda dar aunque sea una razón que consiga justificarlo, al contrario, encontré millones de razones para "dejar" que los hombres lloren y así puedan libremente abrir sus corazones.







Los hombres no lloran.


Helen Fedora del Risco Manzanares.

Universitaria y Profesora de Español

Lima, Perú


 

¿Quién dijo que no es cosas de hombres llorar o mostrarse frágil ante situaciones desgarradoras?

Siempre escuché que los hombres no lloran (ni deben), y quien lo hace tenía su virilidad casi por los suelos… no era digno de ser llamado "hombre". Claro, según los conceptos que nos inculcaron, los hombres jamás lloran, no sufren, no puede ni deben ser sensibles y jamás sobre todos los jamases podrían abrir su corazón, eran prisioneros de sí mismos.

Tuve esa imagen desde pequeña, pero con el transcurrir de los años me di cuenta que no era la definición exacta para "hombre" y sí para "robot". ¿Por qué cuando un niño se golpe y llora, viene siempre alguien y le dice: "los niños no lloran, sólo las niñas…"? ¿Para qué hacer ese tipo de comparación? Dejándonos ver que es una "exclusividad" de las mujeres el llorar, sufrir, ser sensibles. No tiene nada que ver el sexo de la persona para abrirse y mostrar su dolor, y así abrirse ante cualquier persona.

Me cansé de escuchar: "los niños no lloran", ¿Por qué los niños no pueden llorar y las niñas si? Incansablemente busqué una respuesta que lo pudiera justificar, pero no tuve suerte, no encontré nada que pueda dar aunque sea una razón que consiga justificarlo, al contrario, encontré millones de razones para "dejar" que los hombres lloren y así puedan libremente abrir sus corazones.

Mis ojos jamás me podrán engañar, ellos fueron testigos y son mi mejor prueba junto con mis recuerdos de que los hombres casi están prohibidos de llorar. Yo no tuve la "suerte" de conocer o por lo menos ver a un hombre llorar, hasta hace unos días esto podría considerarlo una utopía, pero esta vez quienes fueron testigos no fueron exactamente mis ojos y sí mis oídos… Escuché su voz como siempre, preguntándome cómo yo estaba, si alguna cosa me incomodaba y si necesitaba de algo; luego de escucharme decir que todo estaba bien, un silencio sepulcral carcomió unos segundos, luego me atreví (en mi preocupación) a preguntarle qué le pasaba, cuando de repente su voz, masculina, vigorosa, vibró y casi balbuceando me dijo: "estoy bien, ¿por qué lo dices?"; y es que pretendía despistarme para no darme cuenta que algo lo estaba agobiando, supe desde que ese silencio nos invadió que nada estaba bien como él mismo me lo dijo. Volví a preguntar con insistencia: "¿qué tienes?", fue en ese instante que ese hombre prácticamente estalló en lágrimas, abrió su corazón y me dijo cuál era la causa de tanto dolor y preocupación, después de escuchar cada palabra sólo me restaba darle valor, como en innumerables veces él lo hizo conmigo, sólo que había una diferencia, no sólo le di palabras de aliento, sino que sin querer le hice sentir que yo estaba con él en su sufrimiento, ambos llorábamos desconsoladamente, parecía que no había nada en el mundo que pudiera aliviar todo lo que sentíamos; pero… él sacó fuerzas y me dijo que todo ahora estaría bien y que esto quedara entre nosotros, y estaba por demás decírmelo; no conseguí comprender de donde salieron esas palabras que al parecer le devolvieron la paz que su corazón buscaba.

Me hubiera gustado ser yo quien le dijera eso, pero como comencé diciendo "los hombres no lloran" y fue eso lo que paso, en su debilidad él intento resurgir y darse valor para seguir sin demostrar su dolor… fui testigo de su llanto, cómplice de su desdicha.

Ciertamente, creo que los hombres no deben de cerrarse, al contrario, deben abrirse y mostrarse… Sinceramente quien lo haga es realmente un hombre de verdad, al pedir ayuda cuando lo necesita, al llorar para desahogar su pena y esto no será señal de debilidad, al contrario, será muestra indiscutible de su calidad y valor.

Sé que cuando él lloró fue el hombre más valiente que pude conocer, cada palabra que de sus labios salieron desde lo más profundo de su corazón, llenas de sinceridad y amor.

Algún día podré ver a un hombre llorar para que así yo pueda ofrecerle mi hombro para desahogarse y un pañuelo para enjugar sus lágrimas… Tal vez así él vea que no esta solo en este mundo y así como él hay muchos que sufren, sólo deben abrirse y verán que no es un delito, menos un pecado llorar.



Una lacrima scorre silenziosa
Cerca un'uscita da quegli occhi stanchi
Vuole vivere
Nulla la può trattenere
Desidera sentire il mondo intorno a sé
anche se per un solo e breve istante...







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Princesa


Princesa


El lunes la besa,
le dice "princesa";
el martes, con mimos
la nombra "mi niña",
"mi reina bonita"
y el miércoles cela
sus ojos abiertos
si osan asomarse
al aire del mundo.
 
El jueves, le pide perdón
de rodillas,
"no habrá más rencillas, promete
y solloza,
la llena de rosas,
la colma de halagos.
Y el viernes... el viernes
se toma unos tragos. 
 
Entonces, su reina
pierde el protocolo,
se convierte en bruja
y hasta la detesta,
no hay besos que puedan
frenar sus insultos,
rechaza con ira
aquella dulzura
y hasta le empalagan
sus frases "absurdas".
 
Ahora es el ogro
oloroso a vicio,
viene con la excusa
de que está "estresado",
y la emprende a gritos
porque ella ha llorado.
 
Y aún quiere sexo
pues se siente "macho".
 
Y mañana es sábado.
Él querrá una sopa
que le sepa rica
porque está "aporreado",
le dirá "mi vida,
no quiero perderte,
no lo haré más nunca,
lo cierto es que te amo".
 
Y el domingo lindo
se sabrá que el lunes
la noria maldita
habrá continuado.





Autora: Susana del Rosal, venezolana.

Es miembro de número de la Fundación Cultural Dr. Pedro María Arévalo Cedeño, 
Altagracia de Orituco, Estado Guárico, Venezuela.
Presidente Nacional de la UNION HISPANOAMERICANA DE ESCRITORES. 







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Publicación Krysten Novo



Editorial   Servicios   Planes Integrales







































miércoles, 4 de noviembre de 2009

Las aventuras de Joseph Andrews

Las aventuras de Joseph Andrews y su amigo el señor Abraham Adams escritas a la manera de Cervantes autor de Don Quijote, de Henry Fielding



Por: Lector Mal Herido (Seudónimo)

La literatura del siglo XVIII es la mejor literatura de todos los tiempos. El motivo es obvio: no dejaban escribir ni a las mujeres ni a los pobres. Los escritores eran todos señores adinerados con mucho tiempo libre y una sola cosa en la cabeza: por qué mi criada no me deja que me la folle. Muchos de estos escritores, además, eran curas. Desde Pamela (1740) a El monje (1796), la narrativa del siglo de las luces es la narrativa del sexo. Todo lo que leais en los manuales es basura. Todo adjetivo elevado para estas novelas es incorrecto. Toda tesis sobre el siglo XVIII que no centre su propuesta en follar es miope y de lesa lectura.

Pamela fue el primer best seller de la historia. Samuel Richardson nos contó el drama de una criada que se resistía durante 500 páginas a que le metieran la polla. Eso sí es sexy, y no tu hermana pequeña. Provocó numerosas parodias, entre ellas Shamela, de Henry Fielding. Diderot, con La religiosa o Los dijes indiscretos; Sterne, con Tristam Shandy y El viaje sentimental, abundaron en la temática estrella: queremos follarnos a las muchachas. Las muchachas, es obvio, no podían escribir novelas porque estaban muy ocupadas manteniendo pegadas las rodillas y la cubertería reluciente. Goethe, entonces, acuñó su famosa sentencia: No hay nada más sexy que una mujer limpiando la casa (en alemán suena confusamente profundo) para luego escribir Werther (1774), otro best seller sexual en forma de epístolas. Ni Goethe ni Richardson se inventaban nada: eran cartas, eso estaba pasando de verdad.

El marqués de Sade pinchó el globo: empezó a follarse a las criadas en el primer párrafo y siguió follándoselas durante todos sus libros. Además las torturaba y, en definitiva, se resarcía de todas las pajas que se había hecho leyendo a los maestros de su siglo. A partir de entonces, no fue posible el encanto.

Finalmente, en esta mi teoría genial que regalo al mundo, tenemos la novela gótica. Su éxito no procede de su interés intrínseco, sino de la necesidad lectora de seguir poniéndose cachondo con un libro. La novela gótica, el terror, el miedo, aún hoy en día con las películas, es sólo sexo. Dado que Sade ya había quitado el tapete a todos los coños del servicio doméstico, fue necesario una reinvención del morbo. En la novela de quiero-follarme-a-la-criada se disfrazaba el asunto de lección moral para las muchachas y muchachos, de modo que podía hablarse de deseo sexual siempre y cuando, con notable cinismo, se concluyera exhortando al lector sobre lo inapropiado de todos aquellos jueguecitos. La novela gótica cambió de tercio y nos dio símbolos y oscuridad, malvados afectados de satiriasis y un buen puñado de noches sin dormir: todo sexo.

En este contexto, Joseph Andrews. Sinopsis en marcha: Joseph es muy mono, su ama se lo quiere coger, la criada de la casa también se lo quiere coger, de modo que es despedido por ser demasiado guapo (ver Que se mueran los feos, de Boris Vian); es asaltado en el camino, despojado de sus ropas: pasa una diligencia y una señora no quiere que le metan dentro porque, sí, ¡está desnudo!... Así todo el rato. Doncellas y sátiros, y una leccioncita moral cada tanto.

Lo cervantino del título no se nota mucho: salvo en que es una road movie llena de personajes encontrados (que, claro, sólo hacen que contar historias de doncellas dudosas entre dos desvirgamientos). Nota benet: la novela inglesa más deudora de Cervantes es Papeles de club Pickwick, de Dickens. Además, Fielding tiene algo que no tiene Cervantes: encanto, esto es (siguiendo a Nabokov) nada de crueldad ni tosquedad: hasta las palizas que recibe Joseph son delicadas (en Cervantes vemos los dientes rotos, la sangre manchando el blusón, las babas).

Entre discursos de jurisprudencia y cultureta clásica (Esquilo, etc.), lo menos interesante del libro, Fielding cuela también lo mejor del texto: apelaciones al lector, siempre irónicas, siempre tramposas.

Una me ha encantado especialmente: la novela viene dividida en cuatro "libros". El libro segundo se inicia con un "Sobre el uso que de las divisiones hacen los autores". Y dice: que no crea el lector (es decir: que lo crea) que uno divide los libros en capítulo y "libros" para abultar papel y cobrar más. Que no lo crea, repite. Que no lo crea, argumenta. Que no lo crea, concluye.

Y te lo crees. Porque ya entonces, en el XVIII, cuando se inventó todo, se inventó eso que hoy es tan habitual de vender libros casi en blanco, con una poca de tinta que apenas dice nada, porque somos, ay, vanguardistas.




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