domingo, 17 de octubre de 2010

Tiempos Modernos y Jack, Johnny y Hank en una Bolsa

TIEMPOS MODERNOS Y JACK, JOHNNY Y HANK EN UNA BOLSA


Sí, son tiempos modernos, pensaba mientras caminaba por las calles de un Bilbao bullicioso, gris, aburrido, y al parecer algo agobiado. Jack, Johnny y Hank me acompañaban metidos en una bolsa de plástico.

Había algo en las caras de la gente que te incitaba a pensar que hacía tiempo que no sonreían, pero son tiempos modernos, y los pajaritos cantan y las nubes se levantan porque cualquiera de ellos puede entrar a una tienda y comprarse unos vaqueros.

Yo paseaba desde hace rato con esa sensación de que gran parte de lo que veo se puede convertir en palabras, todavía conmocionado por el poema "¡Adelante!" que había leído de Hank y con ganas de empezar "Los Subterráneos" mientras Johnny sonaba a treinta y tres revoluciones en el salón de mi casa.

Camino entre ráfagas de cuerpos fascinado al comprobar lo capaces que son de mantener un ritmo con el piloto automático sin chocar entre ellos. Me acuerdo del segurata del Fnac y en sus ojos perfilados, me había dejado impactado ver a semejante masa de carne aburrida y encorvada gastando rímel, "¡Ni te me acerques sucia ladrona!" Le grita una señora muy mayor a una rumana que se le acercaba con una mano extendida y la otra escondida.

Entre los cuerpos auto dirigidos hay unos que buscan a otros, llevan un peto de colores y una carpeta y tienen peor cara que los otros, los demás les esquivan antes de que puedan recitar la primera frase de su causa que a veces la proclaman en bajito a un aire sordo. Un señor de aspecto desaliñado y enfermo que anda más perdido y errático que los demás se acerca a una chica con peto y ésta ni le mira, son malos tiempos para los Robin Hood modernos, son tiempos modernos y los pajaritos no cantan y las nubes no se levantan para un mendigo que está sentado muy próximo a los Robin del peto. Malos tiempos para él también en la era de la ayuda a distancia.

El ascensor del metro sube, abre sus puertas, escupe gente y antes de que vuelva a cerrar la boca nuevos esputos van hacia ella corriendo, tres chicos jóvenes y una señora de mediana edad con bolsas dejan a un señor que va en silla de ruedas fuera, la boca tarda en cerrarse pero los mocos se quedan bien pegados a su garganta infectándola de civismo y consideración modernos.

La bolsa de plástico comienza a moverse, noto los gritos y los improperios de Hank maldiciendo contra el universo y escupiendo al viento, la frenética prosa de Jack desmenuzándolo todo y el Boom Chicka Boom de Johnny transformando la atmósfera en algo más sencillo que se pueda solucionar con la espera en el porche meciéndote en tu silla y  bebiendo un vaso de bourbon.

Sigo mi camino saturado de gris y paso por una plaza donde el futuro juega porque así se lo ha indicado el pasado, ahí es la primera vez que veo sonrisas. Yo me dirijo a mi cueva con mi gente y como presente, no puedo hacer más que pedir papel y boli en la barra para apuntar todo esto y que no se borre de mi mente.
Acabo de descubrir que ni si quiera he echado un vistazo a las notas que escribí.

Será porque son tiempos modernos, y los pajarillos cantan y las nubes se levantan.


Asier Triguero es autor de las novelas Me quiero ir e Hijos del amanecer.


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