viernes, 23 de abril de 2010

Desarrollo de personajes creíbles


Desarrollo de personajes creíbles.

Ofrecer personajes con los cuales el lector pueda identificarse, relacionarse y aceptarlos como si fuera personas reales, no es tarea fácil. Algunos escritores tienen una buena cantidad de problemas con esto.

Una clave para crear personajes creíbles es no pensar en ellos como personajes ficticios sino como gente real, que respira, piensa y actúa.

Conocer la personalidad de gente interesante, intrigante y tal vez excéntrica, te puede ayudar a moldear a tus personajes inmersos en tu historia. Desde luego, debes tener cuidado de no fijar exactamente el carácter o personalidad de alguien que conoces, no sea que lo tome como una ofensa y te inicie un juicio.

Puedes, eso sí, utilizar el carácter de uno y otro para crear a tu personaje. Para ilustrarlo mejor usaré la analogía de Frankenstein cuando creó al monstruo. Usó partes servibles del cuerpo de distintos muertos para formar uno sólo. Lo mismo puedes hacer para crear a tu personaje, utilizando partes servibles del temperamento o rasgos físicos de varias personas para forma una sola.

No obstante, debes tener cuidado en la elección pues los actos que obrará tu personaje deben estar de acuerdo con ese conjunto de personalidades que le has dado. El punto es que para crear un personaje que cause la impresión de que es posible que exista en el mundo real hay que tomar prestados los rasgos de aquellos a quienes tú admiras o sean apropiados para el personaje de tu historia.

Otro aspecto importante para hacer creíbles a tus personajes es el modo en que hablan. Me he encontrado con libros en donde las conversaciones parecen estar afectadas y no ser creíbles, por ejemplo:

Él dice: “Ah, mi dulce amada, mi amor más querido, tu pelo centellea a la luz del sol como diamante de 20 quilates”. 

Aja. ¿Realmente así hablan los románticos? Creo que ni en la época de Shakespeare. Sería mucho mejor algo así: ¡Guao, Mary, tu pelo está grandioso!

Si ahora mismo te estás riendo de la primera expresión es que has comprendido la importancia de usar el lenguaje correcto y acorde a tu personaje, y también acorde a la época que estás manejando.

Debes, además, considerar la edad del mismo, y hacer que hable en consecuencia. Una persona de cincuenta años cuenta con mayor experiencia de la vida por lo que podría tener una conversación más elocuente. Pero si los que hablan son niños no los harás hablar diciendo cosas como: “Ya me he sentido mucho mejor, gracias al medicamento que me recetó el doctor”. En cambio, con mayor seguridad un niño dirá: “¡Nada más tragué la pastilla y se me quitó solito el chorro!”

Ten cuidado de usar el argot equivocado de acuerdo a la época en que ubicas tu historia. Por ejemplo: la palabra psicodélico tuvo sus momentos de auge. Pero ahora, tal vez podría causar miradas burlonas y considerar tu libro como anticuado o pasado de moda, peor aún: “pintoresco”. Hazlo simple, y no feches tu historia usando terminología que no corresponda a la época de tu libro o hacer hablar a un medieval como si estuviera en el siglo XXI, a menos que esté debidamente justificado.

Es decir, no podemos hacer cabalgar a Don Quijote de la Mancha en pleno centro de cualquier ciudad de hoy, a menos que la ambientación y el propósito estén justificados.

En resumen, diviértete creando a tus personajes. Hazlos simples, honestos y creíbles. Olvida buscar en el diccionario adjetivos fantásticos o adverbios para tus personajes. Sólo haz que sean tan reales como puedas, seguramente tus lectores se pondrán más interesados en “sus” historias.




Editamos, publicamos y vendemos tu libro. 



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