domingo, 3 de julio de 2011

Soy Leyenda- Hemingway

A cincuenta años de su muerte, el escritor norteamericano Ernest Hemingway sigue despertando pasión. Mientras tanto, su vigencia literaria se conserva intacta, más allá de la leyenda forjada a partir de su cinematográfica vida, a la que él mismo decidió poner fin el 2 de julio de 1961 con un certero disparo de escopeta.


Soy leyenda



Un 2 de julio, de 1961, el escritor norteamericano Ernest Hemingway dec idía poner fin a su vida con un certero disparo de escopeta. Ayer se cumplieron 50 años de ese hecho, que daba fin a una vida de novela, destinada a dejar huella en la literatura universal, una huella que todavía hoy sigue vigente. Pero no sólo eso. La devoción por Hemingway se puede rastrear en las señales que su obra dejó en el cine y hasta en los miles de viajeros que año a año recorren los principales escenarios de su vida en Cuba y en España, convertidos hoy en atractivos turísticos.

La impronta de Hemingway se puede seguir también en la obra de muchos escritores latinoamericanos: el propio Gabriel García Márquez reconoció alguna vez que el autor de "Por quién doblan las campanas" representó una de sus mayores influencias y no hace mucho Patricia Walsh relató que su padre, el escritor Rodolfo Walsh -quien tuvo oportunidad de entrevistarlo en Cuba- tenía una foto de Henmingway en su casa de Tigre.

El estilo breve y preciso -carente de adjetivos- de Hemingway ha sido elogiado por escritores tan diferentes como García Márquez, el estadounidense Raymond Carver, Adolfo Bioy Casares y Abelardo Castillo. Mientras otros críticos y autores, como Harold Bloom o Normal Mailer, se encargaron en varias ocasiones de destacar la potencia del legado de Hemingway en las letras norteamericanas. De él se dice que contribuyó especialmente a cambiar la prosa en inglés del siglo XX.

UNA VIDA DE NOVELA
Nacido en Oak Park, Chicago, el 21 de julio de 1899, Hemingway se inició de joven en el periodismo como reportero del diario Toronto Start y luego se alistó como voluntario en la Primera Guerra Mundial, en la que fue conductor de ambulancias y resultó herido de gravedad.
En París conoció a Gertrude Stein y a sus compatriotas Ezra Pound, Francis Scot Fitzgerald, John Dos Passos y William Faulkner, con los que participó de la llamada "Generación perdida", que vivió en esa ciudad y otras capitales europeas al finalizar la Primer Guerra Mundial.

Muchos de estos recuerdos de juventud quedaron reflejados en la novela "Fiesta", "Adiós a las armas" y en su libro póstumo "París era una fiesta".

El escritor -a quien sus amigos llamaban "Papá"- participó en la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, de cuyas experiencias escribió varios cuentos y las novelas "Tener y no tener" y "Por quien doblan las campanas".

También escribió "Muerte en la tarde", en la que narra su experiencia con la tauromaquía, y la novela "Las verdes colinas de Africa" -recién reeditada por Sudamericana-, entre otras obras.
En la década de 1950 se trasladó a La Habana, Cuba, donde escribió "El viejo y el mar", en la que cuenta la lucha de un pescador por capturar a un pez espada, con el que obtuvo el prestigioso premio Pulitzer en 1953.

Su estilo crudo y descarnado puede apreciarse en dos cuentos que narran sus aventuras por el llamado continente negro: "Las nieves del Kilimanjaro" y "La vida feliz de Francis Macomber".
"Hemingway hizo más para cambiar el estilo de la prosa inglesa que cualquier otro escritor del siglo XX, y por esos esfuerzos fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura" en 1954, resalta la contratapa la edición inglesa de "Tener y no tener", novela en la que narra las aventuras de un hombre que es forzado a meterse en el mundo del contrabando entre Key West (Florida) y Cuba.

En su libro "El canon occidental", el crítico estadounidense Harold Bloom señala que en las primeras décadas del siglo XX la novela romántica norteamericana "fue exaltada como género", lo que contribuyó a que Faulkner, Hemingway y Fitzgerald se convirtieran durante esa época en "los escritores dominantes de la prosa de ficción".

Bloom afirma que "uno puede oír la voz de (el poeta Walt) Whitman en Hemingway, probablemente sin intención por parte de Hemingway, de una manera casi tan arrolladora como puede oírla en poetas que, por lo demás, nada tienen en común".

Para Norman Mailer, autor de "Los desnudos y los muertos" y "Los tipos duros no bailan", "Hemingway ocupa el centro mismo de la escritura norteamericana. Sin importar lo serio o superficial que seas como lector, sientes con rapidez que estás en manos de alguien que escribe tan bien que tu inteligencia después está sintonizada ante los defectos en la mala escritura de los demás, y, peor, de la tuya"

El boxeo, las carreras de caballos, el vino, la pesca, las corridas de toros, la caza de animales salvajes, la lucha del hombre contra la adversidad, son algunas de las estrellas que forman parte del vasto universo hemingweniano.

Hombre de acción, fuerte, vital, viril, amante de las mujeres, a las que veía como objetos de admiración pasiva, el premio nobel era un maravilloso escritor cuya obra está llena de sugerencias y silencios y toda ella muy vigente, como explica el escritor venezolano Juan Carlos Méndez, técnico de Literatura del Instituto Cervantes.

"La idea de escritor viril y combativo se ha quedado muy antigua y no nos interesa, tampoco la idea contradictoria de este escritor que sentía amor por la naturaleza a través de la caza de leones. Todo eso debe quedar en segundo lugar para decir que determinados cuentos suyos son verdaderas joyas que sobrevuelan y borran la idea del tópico", explica el escritor.

Para Méndez, el premio Nobel "fue uno de los mejores cuentistas del siglo XX, con una novela muy hermosa con el nombre 'Al otro lado del río y entre los árboles', una historia de amor romántico maravillosa, donde hay una fuerza y una ternura nunca vistas, aunque se puede comparar, sin ser amor romántico, con 'El viejo y el mar', otra joya", añade.

Y es que esta pequeña novela está cargada de metáforas, elipsis, silencios y recursos que utiliza el escritor para ser hondo y profundo siendo sencillo y sin entrar en la mente de los personajes.

Pero Juan Carlos Méndez se muestra más crítico con otras novelas del autor estadoundiense. "Creo que novelas como 'Fiesta', 'Por quién doblan las campanas' o 'Muerte en la tarde' pertenecen a un género más frívolo y hoy son poco importantes, por lo turístico que tienen frente a cuentos preciosos y muy vigentes como 'Colinas blancas como elefantes blancos'".

El escritor español y Premio Nobel Camilo José Cela, que conoció al autor y al que admiró, dijo de él que era "un hombre extraordinario y ejemplarmente situado por encima de las convenciones".

En declaraciones a Manuel Vázquez Montalván, Cela señaló que la sinceridad era lo que más admiraba del autor. "Describe -al igual que Baroja- un mundo de primera mano con unos ojos nuevos cada mañana estrenados", sentenció.

"Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar", dejó dicho Hemingway, cuya obra al castellano está reeditando por completo la editorial Lumen.

ACTOS EN CUBA Y PAMPLONA

Por estos días, el atractivo turístico que representa la Quinta Vigía -casa cercana a La Habana adonde Hemingway iba cada año entre 1939 y 1960- se ve potenciado por la conmemoración del 50º aniversario de la muerte del escritor.

Precisamente en La Habana se celebra un Coloquio Internacional sobre su figura, con especialistas de la isla y de Estados Unidos, además de familiares del autor de "Por quién doblan las campanas", como su sobrino el novelista John Sandford, miembro de la Sociedad Hemingway.

Pero no es La Habana la única ciudad que recuerda especialmente a Hemingway.

En Pamplona, la ciudad del norte de España cuna de los Sanfermines y donde el escritor encontró argumento y explicación para el rito de la muerte -que tanto le atraía-, encarnado en la lucha con el toro, durante todo el año se están llevando a cabo actos en torno al escritor, que concluyen con una visita por los lugares que frecuentó, las calles, tabernas y pensiones por las que pasó este escritor que internacionalizó la fiesta nacional.

Es que el autor de "París era una fiesta", encontró en España el sentido a la vida y a la muerte", como recordaba en una entrevista el escritor español, periodista, gran amigo y biógrafo de Hemingway, José Luis Castillo Puche, ya fallecido.




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